Nueva York y Los Ángeles cerrados, espectadores atemorizados por la pandemia: los cines estadounidenses, el motor para difundir los éxitos de taquilla, piden ayuda desesperadamente a estudios y políticos, sin éxito por el momento.

Signo de los tiempos que corren, la red de cines Regal, la segunda más grande del país, cerró oficialmente sus puertas el jueves tras una breve reapertura en agosto.

Cineworld, su casa matriz, citó como principal factor el prolongado confinamiento en Nueva York.

"Los estudios realmente necesitan la ciudad de Nueva York para lograr un crecimiento decente de una película. Y sin Nueva York no pueden hacerlo", dijo Joseph Masher, director de operaciones de Bow Tie Cinemas, una cadena de tamaño mediano.

"No estamos en una etapa en la que podamos retomar una vida normal", declaró a mediados de septiembre el gobernador demócrata del estado de Nueva York, Andrew Cuomo, para justificar su negativa a reabrir los cines, aunque autorizó la reapertura parcial de los restaurantes.

El nuevo coronavirus ha matado a más de 33.000 personas en todo el estado desde marzo.

"Para mí, una persona sentada en una sala de cine durante dos horas con una mascarilla es más seguro que sentarse en un restaurante durante una hora sin mascarilla, hablando y riendo", protestó Andrew Elgart, propietario de tres cines en Nueva York.

Hasta la fecha, no se ha documentado ningún contagio en una sala de cine en Estados Unidos, el mercado cinematográfico más grande del mundo.

En todo el país, cerca de 400 operadores, que representan más de 33.000 salas de un total de 40.000, adoptaron un estricto protocolo llamado CinemaSafe, que incluye reglas sobre distanciamiento, ventilación y mascarillas.

"La tasa de contagio va en aumento, por lo que la idea de reabrir ahora, cuando todavía hay tantas preguntas sin respuesta, me parece irresponsable", dice por su parte Christian Grass, director del Metrograph, un cine independiente de Manhattan.

Los espectadores también están divididos.


"No me siento cómoda yendo (al cine) antes de que haya una vacuna", dice Julia, una actriz de 23 años que vive en Nueva York. "Hay tanto para ver por streaming, que puedo esperar".

Michelle, de Brooklyn, llevó a su hijo a ver "Tenet" en la vecina Nueva Jersey, donde se permitió la reapertura de los cines.

"Se ve muy limpio y parece que están tomando todas las precauciones", dijo tras la función, a la que asistió un puñado de personas.

En Los Angeles, el principal mercado de Estados Unidos, los cines también permanecen cerrados, aunque las autoridades no descartan reabrir si mejoran los indicadores sanitarios.

En ese contexto, los estudios cinematográficos aplazaron el lanzamiento de sus filmes para 2021, incluyendo "Black Widow"; "No Time to Die", del agente 007; "West Side Story"; y "Top Gun: Maverick".

"Los estudios deben estar dispuestos a lanzar un hit para alimentar a la industria y evitar el colapso de los operadores", dijo Eric Wold, analista de B. Riley Financial.

- "Mantenerse a flote" -


Los operadores de las salas también reclaman apoyo al Congreso de Estados Unidos para que incluya al sector en un paquete de ayuda que está siendo negociado y que quizás no llegue a aprobarse este año.

Sin apoyo político, nacional o local, y sin un sacrificio por parte de los estudios cinematográficos, "los cines van a cerrar definitivamente", pronosticó Masher, y estimó que al menos una docena ya tiró la toalla en el estado de Nueva York.

La cadena AMC, la mayor de Estados Unidos, debería al menos poder resistir hasta mediados de 2021, estimó Wold.

Pero son los operadores menores los que le preocupan.

Bow Tie Cinemas, por ejemplo, ya se desprendió de 900 de sus 950 empleados.

"Estamos haciendo lo posible para mantenernos a flote y controlar nuestros gastos; con suerte, estaremos bien", dijo no obstante Masher.

Elgart, dueño de varias salas, dijo no poder "pagarle a nadie" por la falta de ingresos, aunque agregó desafiante: "no cerramos".

Mientras esperan una eventual luz verde para retomar la actividad, algunos cines buscan alternativas.

El edificio de Cobble Hill Cinemas, propiedad de Elgart, por ejemplo, se ha convertido en una especie de anexo de la escuela primaria del vecindario.

Y el Metrograph lanzó proyecciones en línea, lo que le permitió triplicar su número de suscriptores.

"Nos estamos adaptando a un nuevo mercado", dijo Grass.

Pese a todo, tanto los operadores de las salas como los espectadores están de acuerdo en una cosa: el cine no morirá.

"A la gente le gusta ver las películas en pantalla grande", dijo Grass. "Es una experiencia compartida. No tengo ninguna duda de que (los cines) se recuperarán por completo".