Madonna, Rihanna, Jlo y Katy Perry despertaron los gritos de admiración en la célebre gala del Museo Metropolitano, que reúne cada año a la crema y nata de la élite neoyorquina y a las mayores estrellas de la moda, el cine, la música y la televisión estadounidenses.

Cada año la gala se inspira en una exposición paralela en el Met, y este año el tema escogido fue la relación entre la moda y el imaginario católico. Hubo vestidos con pedrería bordada como vitrales, mitras papales, halos angelicales y coronas virginales en las cabezas, alas de ángel -como las de dos metros que la cantante Katy Perry llevó sobre su minivestido dorado de Versace-, vestidos-armaduras a la Juana de Arco como el de la modelo Zendaya, mucho blanco, negro, dorado y púrpura cardenal. Y cruces por doquier, claro.

 

Madonna, la más esperada

Madonna entró de la mano de Jean-Paul Gaultier y llevaba el pelo en dos trenzas, con una corona de cruces, espléndida en una de sus creaciones, un gran vestido negro con transparencias que formaban una cruz en su torso, con un ramo de rosas totalmente negras y un velo calado sobre el rostro.

La gala, que se celebra el primer lunes de mayo de cada año, está abierta solo a invitados que pagan $30.000 cada uno -o $275.000 por una mesa entera- y su meta es recaudar fondos para el Costume Institute, el espacio del Met dedicado a la moda.

 

Rihanna, la arriesgada

Otra gran estrella de la noche fue Rihanna, que siempre arriesga en la Met Gala. La famosa protagonista de la próxima película Ocean 8 -un atraco que se desarrolla en el Met- escogió un minivestido plateado y una capa haciendo juego, totalmente cubiertos de bordados y pedrerías de Maison Margiela Artisanal por John Galliano, con una mitra papal y cruz al cuello.