La estadística señala que solo en 2016, unos 251 fueron desplazados de sus lugares de origen y el siguiente año, el fenómeno aumentó a 360. Este año, solo en tres meses Cristosal ha atendido a 64 niños, niñas, adolescentes y jóvenes en condición de desplazamiento forzado.
El estudio revela que de los 675 menores de edad y jóvenes desplazados, 367 fueron víctimas directas, es decir, el 54.4 %. En orden de riesgo, los jóvenes entre 18 y 25 años están en primer lugar, en segundo los niños entre 0 y 11 años y en tercero los adolescentes, entre 12 y 17 años.
“Es importante señalar que las familias con niñas, niños y adolescentes no recurren a las instancias del Estado encargadas de asistir a la niñez y adolescencia salvadoreño, esta anuencia puede responder a la falta de confianza de la población o al desconocimiento sobre los servicios que éstas otorgan o que operadores públicos han planteado a las víctimas que esa institución no es competente para asumir el caso, y ni siquiera registran la denuncia”, dice el estudio.
Generación sin estudios
Una de las consecuencias directas del desarraigo al hogar es la deserción escolar. De las 226 familias que registraron menores y jóvenes desplazados por violencia, el informe dice que 279 estaban estudiando antes de que ocurrieran los hechos de violencia y de éstos, el 57 % abandonó sus estudios. Los casos se agravan al descubrir que el 43 % de ellos no pudo seguir estudiando. Según los casos registrados, los más afectados son los menores entre 0 y 11 años de edad.
El año pasado, el Ministerio de Educación registró que 12,221 niños, niñas y adolescentes dejaron la escuela por la inseguridad. El 27.6 % dejó la escuela por la delincuencia y el 4.1% por desplazamiento forzado.
Según los casos que Cristosal ha tratado y dado seguimiento, hay una gran cantidad de familias con menores y jóvenes que han expresado su deseo de abandonar el país, pero no especifican cuál sería su destino; de hecho, el 56.4 % no lo hace.
“Esto refleja que más que el destino, en la mitad de los casos impera el deseo y la necesidad urgente de irse y salvaguardar sus vidas y su integridad”, dice el informe.
Los menores han dicho que quieren irse para Estados Unidos, Costa Rica, Guatemala, México y Honduras.