El 2 de abril de 1999, Katya Natalia Miranda Jiménez le reveló a su mamá que su número favorito era el 9 y su color favorito era el azul. Ese día era viernes santo y con su familia hicieron una alfombra de sal; la idea era hacer un capullo y unas mariposas, pero terminaron agregando como imagen principal, una cruz blanca.

Hilda María Jiménez, la mamá de Katya, dice que después comprendió que esa alfombra representaba la tragedia de su hija, quien fue asesinada dos días después de ese viernes santo.

20 años después, no es viernes santo, y faltan días para Semana Santa. Hilda está sentada junto a la tumba de su “Katita” pidiéndole perdón, mientras acomoda un ramo de rosas rojas atado con un listón azul.

“Te pido perdón por los que te hicieron esto, que se arrepientan por el daño que te causaron, no solo a vos. Yo sé que vos sos feliz en el cielo”, solloza Jiménez en la tumba de su hija, en el cementerio Jardines del Recuerdo de San Salvador.

Katya Miranda Jiménez fue asesinada la madrugada del 4 de abril de 1999; la pequeña de nueve años fue violada, golpeada y asfixiada en la arena de la playa Los Blancos, departamento de La Paz.

La Fiscalía General de la República acusó a su abuelo, Carlos Antonio Miranda González, de haberla violado y asesinado, mientras que a su padre, Edwin Miranda, de haberla abandonado. El caso no prosperó y fueron absueltos.

Pero 10 años más tarde, la Fiscalía judicializó el caso por el delito de secuestro en contra del abuelo de la niña y cinco personas más. Miranda fue condenado a 13 años de cárcel, pero en 2014, la Corte Suprema de Justicia lo absolvió bajo el criterio que una persona no puede ser juzgada por el mismo hecho. Miranda murió en octubre de 2018.

Ayer, fue día de dolor para la familia Jiménez, para los amigos y maestros de “Katita”, quienes la recordaron con rosas blancas, cánticos y oraciones en su colegio Sagrado Corazón.

“Te recordamos en cada niño, en cada niña, a quien se le viola sus derechos”, decía un cártel expuesto en el gimnasio del centro educativo, junto a dos fotografías gigantes de Katya.

Hilda Jiménez reveló que también su hija menor, Gina Miranda, fue víctima de abusos por parte de su abuelo, pero estos hechos se conocieron muchos años después de la muerte de Katya, cuando su hija contó estos hechos en Estados Unidos, país donde residen luego de la tragedia en la playa Los Blancos.

Por este hecho, su hija denunció ante la Fiscalía, pero nunca fue judicializado.