La más marcada es la condena de un expresidente de la República, Elías Antonio Saca, quien está en prisión declarado culpable por delitos de corrupción: peculado y lavado de dinero. Bajo la dirección de Meléndez, la fiscalía logró que el exgobernante confesara sus delitos ante un tribunal, a cambio de una reducción de pena.
A Meléndez también se le reconoce la condena de su antecesor, Luis Martínez, a cinco años, por la divulgación de material reservado; además le imputó delitos de lavado de dinero y sobornos de empresarios y del mismo expresidente de la República, Mauricio Funes.
“Esta administración de la fiscalía debería quedar como un piso para quienes llegan en el cargo en la institución. Debería quedar como un piso porque Douglas Meléndez, primero es un abogado penalista. No solo lo penal le corresponde, pero en este país enfrentar la impunidad requiere una alta dosis de experiencia material penal; en segundo lugar, porque el fiscal saliente fue fiscal que empezó a conocer el trabajo de la institución desde abajo”, dice Benjamín Cuéllar, quien lidera el Laboratorio de Investigación y Acción Social contra la Impunidad.
Cuéllar también destaca de la gestión Meléndez la creación del Grupo Contra la Impunidad, denominado (GCI), quien está a cargo de investigar los delitos cometidos durante el conflicto armado.
El abogado Roberto Burgos califica la gestión como “buena, porque se ajustó a los límites básicos de su mandato”. “El fiscal Meléndez se atrevió a mencionar y denunciar la existencia de mafias dentro de la fiscalía, la vulnerabilidad de la persona que ocupa ese cargo y los intentos de soborno a que estuvo expuesto”, agregó.
También el abogado, Óscar Campos, de la Iniciativa Social para la Democracia destaca que Meléndez tocó “al poder político y económico que en otras administraciones fiscales no se habían considerado, siquiera investigar”. “ Ubicábamos a la gestión con un 5 o 6 porque creemos que quedó con deudas. Hubo casos específicos de violaciones a derechos humanos, de posible corrupción, algunos donde hubo actores políticos relevantes en los que el fiscal no actúo con la misma celeridad”, agregó Campos.
Meléndez denunció en varias ocasiones durante su gestión que había recibido amenazas del crimen organizado, incluso la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ordenó al Estado salvadoreño, brindarle seguridad.
Los errores
El principal error que las fuentes consultadas encontraron en el ahora exfiscal general es la exposición mediática que hizo de sus casos.
“El fiscal probablemente se estancó en la lucha contra la verdadera corrupción y la impunidad, era un fiscal mediático en el sentido que no le dio la importancia debida a otro tipo de casos por su rol de fiscal general sino se dedicó en aquellos casos que le generaran rédito en la opinión pública y dicho sea de paso se utilizó las cuentas de la fiscalía más como un periódico institucional que como cuenta institucional”, opinó Campos.
Para el abogado Burgos, Meléndez dedicó parte del inicio de su gestión a organizar la institución “luego parecía no tener claridad sobre su estrategia de persecución del delito, que combinaba lo mediático sobre lo judicial”.
“Mucha exposición mediática, es el fundamental. Los fiscales y los jueces no deben hablar con la boca, sino que, con su trabajo, eso es lo que debe de dar fe si están haciendo bien o mal las cosas. Es lo más destacado de los fallos”, acota Cuéllar.
Meléndez buscó la reelección de su cargo en noviembre del año pasado, sin embargo, el 21 de diciembre, la Asamblea Legislativa eligió como su sucesor al abogado Raúl Melara Morán, quien desde ayer asumió en el cargo.