Para Benjamín Cuéllar, exdirector del Instituto de Derechos Humanos de la Uca (Idhuca) y activista de Derechos Humanos, la falta de justicia restributiva en el caso de los crímenes de guerra, ha hecho que la historia de repita: “hay tres guerras no declaradas”, dice; señala que junto al Centro de Capacitación y Promoción de la Democracia (Cecade) empezarán a pedir la investigación de más casos, bajo el Código Penal vigente. Dice que es el momento que el sistema de justicia demuestre que las reformas y depuraciones han funcionado o que demuestre “que sigue atrofiado”, como hace 23 años, cuando se firmó la amnistía “bajo la mesa y sin presencia de las Naciones Unidas”.

 

¿Qué lectura hace de las reaperturas de los casos de crímenes de guerra?

Estamos hablando del 13 de julio del año pasado, 2016, cuando la Sala de lo Constitucional dicta sentencia sobre la demanda de inconstitucional que presentamos en el 2003. Es importante recordar eso porque son 23 años de lucha contra la impunidad y digo impunidad porque el acuerdo que firmaron las dos partes, el FMLN, siendo la guerrilla todavía, a punto de desarmarse y el gobierno de la época era de ARENA, Alfredo Cristiani, el númeral cinco del capítulo primero del Acuerdo de Chapultepec, es la Fuerza Armada y en los primeros compromisos que adquirieron está la superación de la impunidad. Hablaba de que los casos de graves violaciones de derechos humanos, crímenes de guerra y casos de lesa humanidad, tenían que ser investigados y que la Comisión de la Verdad era la encargada y que adquirían el compromiso que esos casos pasaran a los tribunales para el efecto ejemplarizante. Una cosa es desde la aplicación de la justicia ¿qué quiere decir efecto ejemplarizante?, los casos que aparecen en el Informe de la Verdad, que son 32, son emblemáticos por las atrocidades, pero faltaba el otro paso, que fueran ejemplarizantes, que la gente supiera que aquí ya nadie está por encima de la ley, a partir de ese momento y para eso tenían que pasar por los tribunales de justicia.

Pero el sistema de justicia salvadoreño seguía siendo ni mediocre, sino totalmente atrofiado, capturado, secuestrado por los poderes, dentro de los que estaba el poder militar, también y el nuevo poder que iba emergiendo que era el de la guerrilla; entonces, hubo seis acuerdos en el proceso de negociación, que empezó en Ginebra y que planteaba la receta para que El Salvador pudiera vivir en paz, eso para mí era lo esencial, lo otro fue parte del proceso de negociación y terminaron con el Acuerdo en Chapultepec.

Terminar el conflicto armado era el primer punto de Ginebra, faltaban tres: respeto irrestricto de los derechos humanos, democratización del país y reunificación de la sociedad salvadoreña.

Todos esos acuerdos se firmaron sobre la mesa y con la presencia de Naciones Unidas, después del Informe de la Comisión de la Verdad se acordó otra cosa, debajo de la mesa y sin Naciones Unidas: la impunidad. En lugar de superarla, fortalecerla, con la ley de Amnistía.

Superado ese obstáculo, durante 23 años de esfuerzo, lo que tenemos ahora es la oportunidad de que el sistema de justicia funcione o demuestre que sigue atrofiado o que sigue secuestrado, una de dos. Entonces cuando se pidió la reapertura del caso de El Mozote, el actual fiscal, Douglas Meléndez, respondió que ese caso estaba fenecido, esa fue la palabra que ocupó. Entonces se aplicó el Código Penal de 1973, el juez empezó la actividad y ahora estamos frente a eso, con el caso de El Mozote creo que se han presentado tres solicitudes de reapertura.

A ese juez del caso de El Mozote debe darsele todo el apoyo de parte del sistema de justicia, es cierto, la Fiscalía no es quien va a conducir la investigación, sino el juez, pero es un buen paso para activar todo el sistema de justicia, teniendo presente los otros tres objetivos del Acuerdo de Ginebra, porque mientras no haya verdad, justicia y reparación para las víctimas, y garantías de una repetición, la justicia transicional solo es un eslogan.

Se puede y se debe hacer a través de las dos vías que se tienen: o aplicando el Código (Penal) del 73 o en el caso de que se inicien nuevos procesos, que no se esté pidiendo la reapertura, ya se aplica el código vigente.

 

¿Aunque sean crímenes de guerra?

Sí. Por ejemplo, estando en el Idhuca presentamos no solo la demanda de inconstitucionalidad, sino la prescripción de los delitos de lesa humanidad porque si solo declaraban inconstitucional la ley de Amnistía iba solo a ser simbólico, porque no se iba a poder procesar esos casos que no prescriben, ahora estamos en que se puede garantizar el respeto a la justicia, que eso democratice el país y la posibilidad de reunificar a la sociedad salvadoreña, por lo menos en este aspecto ¿por qué?, porque abre las puertas para el ejercicio de la justicia restaurativa, que es parte de la justicia transicional.

Llevar a los tribunales es justicia retributiva, pero crear espacios comunitarios para sanar heridas, que es un planteamiento que estamos haciendo es la posibilidad de perdonar a quien pida perdón, pero con la condición de que dé información; no voy a llegar ‘mire, perdóneme, yo desaparecí a su hijo’. No. ‘Mire, perdóneme, yo desaparecí a su hijo, la orden me la dio fulano de tal, vamos’. Y sanción al que merezaca sanción.

¿Qué quiero decir con esto? ‘Yo le maté a su hijo, usted es viuda no tiene recursos, su casa se está cayendo, yo voy a poner el material y la mano de obra para hacerle la casa, aunque sea sencilla, yo la voy a hacer, esa es mi sanción’, o la sanción que le imponga la comunidad.

Nosotros, con Cecade (Centro de Capacitación y Promoción de la Democracia)hemos ideado algo que se llama Laboratorio de Investigación y Acción Social para la Impunidad. Estamos planteando, desde el laboratorio, experimentar de esta manera: vamos a ocupar el Código Penal vigente porque no vamos a reabrir casos, sino a presentarlos, uno de ellos que se presentó desde el Idhuca y uno nuevo. No vamos a pedir a la Fiscalía que reabra, sino que investigue, que es lo que no ha hecho y tenemos una investigación. Más adelante se van a dar cuenta que no hay excusas para no investigar.

Si logramos llevarlos al proceso judicial, a los que cumplieron las órdenes les ofrecemos el espacio para sanar heridas, entonces si ven que están sentados en el banquillo de los acusados, los que eran intocables, van a decir: ‘mejor vayamos allá, contemos la verdad, colaboremos’ y eso podría ayudar a reunificar la sociedad y también a democratizar. Podrían ser los primeros pasos para cumplir los compromisos del acuerdo de Chapultepec, que por mucho que crearon Policía Nacional Civil, que reformaron la Fiscalía, la Procuraduría, que crearon un Tribunal Supremo Electoral...la receta era la de Ginebra y esa es la que no se cumplió.

 

¿El Estado es capaz de juzgar estos casos?

Es que quí viene otra parte del experimento: el método a seguir. Es la partida de póquer contra la impunidad. El primer as, se llama víctimas, dispuestas a ya no ser víctimas de la impunidad y que han venido luchando durante tantos años.

El segundo as, es la organización. En este caso, a través del bufete Cuéllar y Martínez, que tenga conocimiento teórico, doctrinario, jurisprudencial que sepa cómo jugar en esa cancha del sistema de justicia para estar a la par de las víctimas o detrás, nunca adelante.

El tercer as, funcionarios que hagan su trabajo y sino lo hace, ahí viene la denuncia. Y el cuarto as son los medios de comunicación que difundan buenas noticias para la gente. Los éxitos parciales o totales de la gente, de las víctimas, que les den voz a las víctimas.

El póquer tiene un comodín. Sino se puede ganar aquí, entonces nos vamos a los sistemas internacionales de protección de derechos humanos, en nuestro caso el que está más a la mano es la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, sea con el Código Penal anterior o el actual.

 

¿Cómo alguien que quiera hacer justicia, por un crimen de guerra, puede abrir un caso, donde las pruebas ya no existen?

Las víctimas no llevan la carga de la prueba, la carga de la prueba la lleva la Fiscalía General de la República, tiene que hacer todos los intentos por buscar. Yo voy a presentar una demanda, con el laboratorio, entonces yo le voy a decir al fiscal: entreviste a fulano de tal, pero no es obligación mía hacer eso. Hay prueba científica, ADN, pero por lo menos que se establezca la verdad.

 

¿Y si al final la Fiscalía no investiga y solo hace una pantomima?

Por eso los cuatro ases y el comodín. Esto es un largo camino, tiene grandes obstáculos, es mucho más larga y necesita relevos, en las víctimas, en las organizaciones, en los funcionarios y en los medios.

Hay que buscar la forma de organizar a las víctimas; El Salvador es un país que tiene víctimas por el hambre, por la sangre y por la impunidad, antes durante y después de la guerra. Con solo organizar a las víctimas por las violaciones a sus derechos humanos, como se sigue dando, por los agentes del Estado, el caso de Daniel Alemán, Wendy, que son jóvenes como lo fueron en la guerra.

 

¿La historia se está repitiendo?

Sí, si usted no resuelve las cosas, el eje, la rueda de la historia va a seguir; en un momento está en la cúspide, pero sigue patinando en el mismo lodazal y tocando fondo de nuevo. Ahorita no estamos en una guerra, estamos en tres guerras: guerra entre maras, guerra contra las maras y la guerra de las maras y de los agentes estatales contra la población, pero no son declaradas.

 

-Estos hechos que se están judicializando, están creando precedentes para que la historia ya no se repita.

Sí. La idea es que genere dinámicas y que las víctimas se animen a denunciar, para eso están las víctimas, presionando y denunciando, para eso está el bufete Cuéllar y Martínez, denunciando; para eso están los funcionarios haciendo su trabajo y para eso están los medios, para que difundan las incorrecciones del sistema.