“Reiteramos la necesidad de reconocer el desplazamiento forzado interno, de manera oficial, no solo para poder dar respuestas efectivas e integrales a nivel estatal, sino también para garantizar el derecho al reconocimiento como víctimas de desplazamiento forzado y, en consecuencia, la activación de los mecanismos necesarios para garantizar el acceso a la justicia, la restitución de los derechos vulnerados y la garantía de no repetición de los hechos”, dice el comunicado.
A su vez, exigen al Estado fortalecer el presupuesto de las acciones contenidas en el eje 4 del Plan El Salvador Seguro (PESS) destinadas a la atención a víctimas de la violencia social.
El pasado 20 de marzo, el gobierno salvadoreño, con auspicio del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y su Agencia para los Refugiados (Acnur), presentaron los resultados de la Encuesta de Movilidad Interna en El Salvador entre los años 2006 y 2016 cuya principal conclusión fue que en ese periodo solo el 1.1 % de la población había sido víctima de movilidad.
Para Celia Medrado, directora de programas de Cristosal, al no llamar el desplazamiento forzado por su nombre puede llevar a dar información sesgada.
“El no llamar las cosas por su nombre recae en tener información sesgada, desactualizada y probablemente con sesgos, con dificultades de contar lo que realmente las víctimas están pasando; Cristosal ha atendido desde el 2014, más de 1,500 personas desplazadas por violencia, el informe ni siquiera habla de 600, quiere decir que hay un problema dentro de la captación de información que no permite dimensionar la situación”, dijo Medrano el día de la presentación del informe.
Básicamente, los resultados del estudio fueron que las personas más afectadas por la movilidad interna fueron jóvenes y adolescentes en los municipios más grandes, que por ende, son aquellos con más niveles de violencia; además, que las personas de menor edad movilizadas en los últimos dos años tiene menos acceso a la educación, en comparación a aquellas que se movilizaron hace más de cinco años.
¿Cómo se hizo el estudio?
La encuesta de movilidad interna en El Salvador se hizo en tres estratos. El primero fue para las cabeceras departamentales de 20 municipios priorizados: Ahuachapán, Sonsonate, Santa Tecla, San Salvador, Zacatecoluca, San Vicente, Cojutepeque, Usulután, San Miguel y La Unión. Ahí, la Dirección General de Estadísticas y Censos (Digestyc) tenía un universo de 648 segmentos censales, es decir, colonias o barrios, de los que tomó una muestra de 184, pero en el 8.2 % de estas colonias no pudieron ingresar a encuestar por niveles de violencia. Finalmente encuestaron a 524 personas de ese estrato.
El segundo estrato fueron el resto de los municipios de 20 priorizados seleccionados, además, bajo el criterio de mayor movilidad según el censo de población del 2007 y las estadísticas de retornados de la Dirección de Migración y Extranjería del 2012 y 2015. Estos municipios fueron Acajutla, San Antonio del Monte, El Congo, San Juan Opico, Colón, Soyapango, Ilopango, Tonacatepeque y El Rosario.
En este estrato, la Digestyc tenía un universo de 3,779 barrios o colonias para censar y una muestra de 125; sin embargo, en el 6.4 % no pudieron ingresar por la delincuencia.
El estrato tres fueron 56 municipios del resto del país elegidos de forma aleatoria donde tenían un universo de 7,779 barrios o colonias a censar y tomaron una muestra de 233, pero en el 7.7 % de estos barrios o colonias no pudieron ingresar a encuestar por la situación de violencia.
El método
El informe sobre la caracterización de la movilidad interna en El Salvador señala que usó el método de extrapolación de datos, es decir, que con los resultados obtenidos supone que el fenómeno será desarrollándose igual. Celia Medrano, de Cristosal, señaló que por la forma en cómo se hizo el estudio, probablemente “está buscando en zonas donde no necesariamente está el problema en su apogeo”.
“El tema del desplazamiento interno no es un tema visible, es invisible porque parte de las personas están buscando no ser encontradas, están huyendo de sus agresores. Reconocer el desplazamiento requiere métodos”, señaló.