Cerca de 210 personas se albergan en una iglesia en el caserío Casa Mota, del cantón El Brazo de San Miguel./ Diego García


Cada año, los residentes del caserío Casa Mota, en el cantón El Brazo de San Miguel, tienen el mismo problema cuando se incrementan las lluvias: inundaciones.

Entre la noche del viernes y la mañana del domingo, 77 familias -210 personas - tuvieron que abandonar sus hogares para refugiarse en el albergue la Iglesia de Dios de la Profecía, entre ellos 30 niños menores de 12 años y otros 30 entre los 12 y 18 años, detalló Manuel de Jesús Pérez, pastor a cargo de la congregación y miembro de la Comisión de Protección Civil de la localidad.

Pérez aseguró que “es un problema de todos los años” el desbordamiento del río Grande, de San Miguel, cada vez que se intensifican las lluvias debido a la cantidad de basura que se acumula en las orillas. Indicó que la comuna migueleña limpió un kilómetro y “con eso al principio no se llenaba, pero al traer el río tanta suciedad, se volvió a pasar y la llena (inundación) ha sido peor”.

El pastor enfatizó que saben “de buena fuente” que el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN) no otorga los permisos para “dragar el río”, así que “le hacemos un llamado a Medio Ambiente para que nos ayude (…) porque es quien está reteniendo esa ayuda para que nos limpie el río”, indicó.

Los residentes de Casa Mota quedaron atrapados este fin de semana, luego de que se acumulara medio metro de lluvia en varios puntos del camino vecinal. Feliciano Romero, uno de los afectados, aseguró que su vivienda no se inundó por completo pero “no pudimos salir a ninguna parte” para comprar alimentos o ir a cuidar las milpas, uno de los principales medios de subsistencia de los lugareños.

Concordó con Pérez y manifestó que “es un problema de todos los años”. “Nosotros desde el huracán Mitch (ocurrido en 1998) venimos perdiendo. Para nosotros es vulnerable la zona con ese río así como está”, comentó.

Los productores no descartan pérdidas por las inundaciones de los cultivos en San Miguel./ Diego García


Alimentos y medicinas

Margarita Meléndez, de 61 años, abandonó su hogar el sábado en la mañana. Cerca de las 12:00 del mediodía de este domingo, Margarita tenía un tostada de plátano como desayuno y almuerzo, y hasta horas más tarde la comuna migueleña llegó al lugar a proporcionar alimentos, después de repartir en el albergue del caserío San Fidelia.

Durante la mañana, el Club Rotario entregó frazadas a las familias y se realizó una jornada médica de parte del Ministerio de Salud, mientras un grupo de jóvenes militares cuidaban la zona del albergue.

Ana Julia Reyes, una de las afectadas, aseguró que hasta ayer pudo tomarse la pastilla para la presión, luego de comer un “arroz nacido” que compró a los vendedores de la misma localidad, debido a la falta de alimentos.

Niños juegan en el albergue Casa Mota, en San Miguel. Hasta este domingo, habían 30 menores de 12 años. / Diego García