Las mujeres fueron asesinadas en la comunidad. /EFE


Una patrulla en sentido contrario fue lo primero que vi. Al incorporme a la carretera Panamericana se visualizaba un caos. Un par de carros habían decidido retornar y lo único visible era una patrulla atravesada en los dos carriles de la calle hacia el oriente.

La única salida, aparentemente para pasar, era el carril auxiliar que estaba vacío; una rastra, otro carro tipo sedán y un pick up blanco, adelante mío, tomaron la misma decisión.

Sin embargo, al estar frente a los graneros del exira, el escenario era el mismo. No había paso. A mi derecha, en una calle polvosa, que es la entrada a la comunidad La Anémona, estaba una patrulla parqueada y unas sombras vestidas de azul con fúsiles en mano, listos para disparar, corrieron adelante de nosotros.

La primera impresión fue un “¿qué pasa?” mental, pero fue tarde, los disparos sonaron en medio de los carros de los que íbamos en cola, hacia el oriente. ¿Cómo retornar en una calle de un solo carril, con una barda al lado? No lo sé. La adrenalina se apoderó y retorné con una llanta sobre el carril y otra sobre la acera polvosa en sentido contrario, intentando avisar al resto que venía atrás, que regresaran, que esos eran disparos.

Aún no salgo del asombro, ¡la Policía disparó en medio de civiles! ¡pudimos morir ahí, sin saber qué pasaba!

Intento dar una respuesta sensata al actuar de los agentes del Estado, pero para el director de la PNC fue la respuesta de los agentes, ante el ataque de los pandilleros .

Aún me tiembla el cuerpo al escribir estas líneas y mientras busco una respuesta, me repito: estuviste en el lugar y momento equivocado.