Más de dos años han pasado sin tener una noticia del joven Daniel Alberto Ortega Santos, de 26 años de edad, quien residía en barrio San Antonio del municipio de San Juan Nonualco, La Paz.

Su hermana asegura que el 21 de mayo de 2019, cerca de las 6:00 de la tarde, Daniel recibió una llamada en su celular, y de inmediato vieron que salió en su vehículo, pero ya no regresó a casa.
No quiso decir nada, solo se vio un poco apresurado y se fue; ya no se supo más de él”, afirmó la pariente.

Lo esperaron toda la noche y al siguiente día solo su vehículo fue hallado, chocado en un predio del municipio de Comalapa, a unos 25 kilómetros de la casa.

A parte de lo chocado, el automotor estaba completo en sus partes, no se hallaron rastros de sangre u otro tipo de huella que alertara sobre lo sucedido.

El vehículo estaba estacionado en un negocio con cámaras de seguridad, pero su propietario dijo que ese día, los dispositivos estuvieron apagados.

La hermana recuerda que días antes de su desaparición, Daniel Alberto había terminado su relación con la novia sin conocerse el motivo; tampoco ella quiso referirse a la ruptura sentimental.

Días después, la joven se fue del país y ya no se supo más de ella, afirmó.

Daniel Alberto de personalidad reservada, trabajaba en el negocio de su padre y en su tiempo libre estudiaba el primer año de bachillerato a distancia, en Santiago Nonualco.

La rutina de Daniel Alberto era del trabajo a la casa y al centro educativo; en sus ratos libres frecuentaba una cancha en Zacatecoluca o casas de futbolistas donde se divertían sanamente, según la familia.

Su hermana niega que el joven haya tenido alguna vinculación con las pandillas y que eso explique de alguna forma su desaparición. “Mi hermano era una persona tranquila, asistía a la iglesia evangélica, no tenía problemas con nadie ni recibimos algún tipo de amenaza”.

No hay respuesta


A más de dos años de desconocer su paradero, los familiares lamentan que las autoridades, Policía y Fiscalía, no les hayan brindado mayor respuesta del caso.

En la Fiscalía, el caso ha pasado de fiscal en fiscal y en unidades no relacionadas como Antiextorsión y más recientemente en la de desaparecidos.

“Las autoridades han movido el caso de forma extraña porque al inicio, estuvo un año en la unidad antiextorsiones, actualmente está en manos de la Unidad de Desaparecidos”. La pariente dijo que al preguntar sobre los resultados de la investigación, el fiscal encargado manifestó que tenían pocos recursos y otros casos bajo su responsabilidad.

Pese a la falta de respuestas, la familia llama una vez por semana al fiscal del caso para ver cómo avanza la investigación; sin embargo, en ocasiones no contesta, ignora los mensajes y cuando contesta, dice que están trabajando, sin dar resultados.

Como referencia, la pariente manifestó que “el primer fiscal en la unidad antiextorsiones, en un año, solo llenó tres páginas por la investigación de mi hermano. No le ponen interés a los casos de personas desaparecidas”.
Como familia pedimos a las autoridades que nos den respuesta, tenemos dos años esperando, pedimos que nos tomen en serio como ciudadanos, el hecho que no seamos de apellido influyente o con dinero, no significa que somos menos y no se nos va a tomar en cuenta”, expresó la hermana.

Cuestionó las declaraciones del Presidente y el ministro de Justicia, que los desaparecidos solo se van, se dejan de comunicar con las familias y que se van del país, “nosotros no creemos eso, a nosotros ese tipo de declaraciones nos molestan porque no es nuestro caso de nuestras familias y pedimos que las autoridades tomen en cuenta los casos de desapariciones porque para eso están”.