El papa Francisco firmó los decretos que permiten la pronta canonización del papa Pablo VI (1963-1978) y del arzobispo salvadoreño Óscar Arnulfo Romero, un defensor de los pobres asesinado en 1980, anunció este miércoles el Vaticano.

Los decretos firmados el martes reconocen sendos milagros atribuidos a la intercesión de Pablo VI y de monseñor Romero, última etapa antes de ser elevados a los altares. El papa italiano fue beatificado en octubre de 2014 y el arzobispo salvadoreño en mayo de 2015.

La futura canonización de Monseñor Romero fue posible gracias al reconocimiento canónico de un milagro. Romero había sido beatificado en 2015 en una misa celebrada en San Salvador.

En febrero, el cardenal Gregorio Rosa Chávez reveló que el milagro fue una curación irreversible de cáncer.

"Ya está todo analizado por los médicos. Es un milagro muy interesante, el que se presentó. Pensábamos que se había retrasado el proceso, porque se trataba de la curación de un cáncer, y uno puede recaer. En cambio, el milagro que se presentó fue de una curación irreversible y se aceptó muy bien”, respondió Rosa Chávez en una entrevista a un medio español.

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Romero fue asesinado el 24 de marzo de 1980 por escuadrones de la muerte de derecha. En sus diferentes homilías en la catedral, Mons. Romero no se cansó de denunciar los atentados contra los derechos humanos cometidos por el gobierno militar y por la guerrilla izquierdista.



Su asesinato tuvo un gran impacto en América Latina, donde la figura Romero se convirtió en una leyenda.

El asesinato de Romero marcó el comienzo de una dolorosa guerra civil en su país que duró hasta 1992 y dejó 75.000 muertos y al menos 7.000 desaparecidos.

Sin embargo, en mayo del 2015, dos años después de su elección, el papa Francisco reconoció en San Salvador, ante más de 200.000 fieles, la condición de "mártir" de Romero y abrió la vía a su beatificación.

La fecha de canonización de Monseñor Romero no fue precisada, pero el cardenal Pietro Parolin, número dos del Vaticano, anunció hace unos días que la de Pablo VI, tendrá lugar durante la clausura del sínodo dedicada a los jóvenes en octubre en el Vaticano.

Una canonización constituye la declaración oficial de que una persona fallecida está en el paraíso.

Para eso, el futuro santo tiene que haber realizado dos milagros, uno para la beatificación (salvo que sea mártir) y otro para la canonización, pruebas de su cercanía con Dios.