Si alguno se pregunta si se puede vivir en la ingobernabilidad, la respuesta sensata sería que no. Seguramente procedería a darnos explicaciones lógicas, sobre las diferentes teorías del estado y de gobiernos, trasladándose a la antigüedad en las primeras expresiones civilizatorias, que conllevaría la organización social que garantizaría la supervivencia del grupo humano. De inmediato, pasaría a narrar cómo desaparecieron civilizaciones enteras por el efecto de la dispersión, sumisión o desorganización; incluso aquellos imperios que dominaron buena parte del mundo antiguo y moderno como el egipcio, babilonio, persa, romano, griego, inglés, español.

En nuestra era, tres propuestas socioculturales marcaron buena parte del siglo XX, representada en el comunismo de la Unión Soviética, el nazismo de Alemania y el fascismo de Italia que, en términos históricos, fueron efímeras. Quizá deberíamos agregar el caso de los Estados Unidos de América, consolidado como única potencia económica y militar a raíz del fin de la Segunda Guerra Mundial, políticamente sustentado en una sólida Constitución que garantiza seguridad y unidad a la federación. No obstante, a pesar de su dominio tecnológico y económico, comienza a dar señales de inquietud en la paz interna y solidez institucional.

Ello nos conduce a preguntarnos si es posible incorporarse a los nuevos tiempos aun por descifrar, pero en los que nos encontramos imbuidos, sin haberse consolidado la gobernanza interna bajo reglas democráticas y unidad nacional, por ejemplo en los casos del Líbano, el Estado de Palestina o el de Venezuela. El Líbano, desde su refundación como república independiente en 1943, luego de más de cuatro siglos de dominio turco musulmán (y unas décadas posteriores como protectorado francés) que en un momento fue considerado como la Suiza del Medio Oriente, se enfrascó en una serie de guerras internas entre cristianos y musulmanes, árabes palestinos y cristianos, sunitas y chiitas, y luego con Israel, que concluyeron en una triple gobernanza: un presidente cristiano maronita, un Primer Ministro musulmán suní, y un Presidente de la Asamblea un musulmán chiita. Y, en medio de todos ellos, la presencia de Irán a través del Partido chiita Hezbollá.

El Estado de Palestina como tal no existe, su antigua denominación fue Autoridad Palestina y, antes, Organización de Liberación Palestina, las tres han sido asumidas por las Naciones Unidas desde 1964 cuando se creó la OLP. No obstante, de facto y administrativamente, está asentado en dos porciones territoriales dentro de Israel: la Franja de Gaza al oeste, lindando con el Mediterráneo, y Cisjordania, que comprende parte de la ciudad de Jerusalén. Gaza está controlada por el partido Hamás o Movimiento de Resistencia Islámico que dirige Yahya Sinwar, y Cisjordania por Mahmud Abbas, jefe de Al Fatah y presidente reconocido del Estado de Palestina. No se entienden, se excluyen, se diluyen. Y cada uno en su dominio, a su manera, se inmola, mientras la sociedad árabe palestina sufre y se disuelve.

El caso de Venezuela es sintomático, es la única manifestación de esta singular dispersión conocida en el continente y quizás en el mundo occidental. En el presente, luego de 21 años de chavismo, Socialismo del Siglo XXI o mera dictadura convertida en tiranía militar sustentada en el crimen internacional organizado,con visos ideológicos convenientes, el escenario actual se presenta ante el mundo de la siguiente manera:

  1. Tres presidentes actuando cada uno como tal a) Nicolás Maduro, señalado de ilegítimo, b) Juan Guaidó, reconocido por una buena cantidad de países democráticos y, c) Leopoldo López, actuando como comisionado presidencial en el exterior, quien es recibido como Jefe de Estado.

  2. Dos Asambleas Nacionales (ambas ilegítimas).

  3. Una solicitud de revocatorio presidencial, que parte de reconocer legalidad al régimen,

  4. Ir a elecciones,

  5. No ir a elecciones,

  6. Rebelión cívica-militar, que nadie ha planteado abiertamente y,

  7. Negociaciones con la tiranía que apuntan a varios sentidos aún no conocidos.


A todas ellas se nos agrega que un grupo de soldados capturados por la guerrilla colombiana, en territorio venezolano, se dirigió al capitán Diosdado Cabello, que no es capitán sino teniente retirado, para que negocie su liberación, desconociendo de facto la autoridad y mando del Ministro de la Defensa, y la del Comandante en Jefe, que es el presidente Maduro.