El domingo 11 de abril Ecuador eligió presidente para los próximos cuatro años, una jornada electoral pacífica con alto fervor cívico, sin incidentes climáticos y con el reconocimiento de las misiones de observación y la comunidad internacional por el brillante desempeño del Consejo Nacional Electoral (CNE). Por supuesto, siempre habrá mejoras y reformas pendientes y será el sesudo balance de las autoridades, junto a los actores políticos y la sociedad civil especializada, quienes pueden considerar las recomendaciones de las misiones de observación que como el CEELA (Consejo de Expertos Electorales de Latinoamérica) acompañaron paso a paso la primera y segunda vuelta.

El ardiente clima político de la campaña es producto de una exacerbada polarización en la que se enfrentan dos proyectos políticos: uno de izquierda arraigado a las transformaciones sociales que inició el “correismo” y otro de derecha, CREO, con Lasso (presidente electo) bajo un claro enfoque neoliberal, públicamente comprometido con las exigencias del FMI. En el medio, una sociedad frustrada por la gestión del presidente Lenin Moreno que se va con apenas el 10% de apoyo de una desesperada sociedad que busca salida a la horrenda crisis de salud que contabiliza 347,000 casos confirmados, 17,000 fallecidos por Covid19, así como graves secuelas económicas y sociales, desplome del 8% del PIB, pérdida de 500 000 puestos de trabajo, 6 de 17 millones de habitantes en situación de pobreza y una deuda externa superior a 75 000 millones de dólares (63% del PIB).

Serán los partidos políticos, la institucionalidad y los ecuatorianos quienes analicen la decisión del soberano quien dio cinco puntos de ventaja al ganador. En este clima de confrontación es admirable la inmediata postura política de Arauz y la UNES (Unión por la Esperanza) reconociendo los resultados preliminares y su derrota, felicitando al presidente electo Guillermo Lasso. Esta franca actitud abre un distendido escenario que se convierte en un merecido premio al desempeño del CNE que facilitó una segunda jornada en la que votaron 10,7 millones de electores (82,72%). De estos, 1,9 millones (17,8%) anularon la papeleta o votaron en blanco, la abstención alcanzo 2,2 millones (17,28%), en un sistema en que el sufragio es obligatorio y la ausencia se sanciona con cuarenta dólares de multa.

El análisis del resultado electoral será complejo, debiéndose ponderar el peso de las estrategias de campaña “sucia” o negativa, el manejo emocional de mensajes, los programas y propuestas concretas para sacar de la crisis a Ecuador. El candidato Lasso de CREO obtuvo en primera vuelta 1,8 millones de votos (19,7%) con una desventaja de 13% del primer lugar, fue sorprendente como logró ganar en segunda vuelta alcanzando 4,6 millones de votos (52,3%); es decir, tuvo un crecimiento de 2,8 millones de votos respecto a la primera ronda. En tanto, el candidato Arauz de UNES, que había obtenido un holgado triunfo en primera vuelta con 3,0 millones de votos (32,7%), solo creció 1,2 millones de votos para alcanzar el 47,6%.

Una parte del rompecabezas probablemente se encontrará en el tercero y cuarto lugar de votación de la primera vuelta, ahí el candidato Yaku Perez de Pachakutik un agrupamiento de pueblos originarios y sectores populares de amplitud política e ideológica -considerado progresista- alcanzó 1,7 millones de votos (19,3%); mientras, Izquierda Democrática -de corte social demócrata- con el candidato Xavier Hervas obtuvo 1,4 millones de votos (15,6%). Ambas fuerzas estuvieron aliadas al “correismo” durante el primer gobierno en el que afloraron las diferencias que llevaron a la ruptura. Esta vez Pachakutik llamó a anular el voto e Izquierda Democrática dejo en libertad a su base. Tradicionalmente la abstención y el voto blanco se situaron al rededor del 12%, en esta oportunidad alcanzo el 17,8%.

Probablemente el ejercicio de gobierno será complejo para Lasso, un avezado banquero que recibe la administración en crisis debido al mal gobierno de Lenin Moreno, y por los graves estragos de la pandemia. De un congreso de 137 escaños su partido solo cuenta con 12, mientras la UNES de Arauz tiene 48, Pachakutik 27, e Izquierda Democrática 18. Todo indica que, en un escenario de exacerbada polarización, debido a proyectos políticos divergentes, no será sencillo alcanzar la gobernabilidad; sin embargo, la crítica situación de Ecuador exige a todas las partes la búsqueda de entendimientos para construir acuerdos que permitan retomar la ruta del desarrollo. ¿Habrá voluntad?