Siglos después, Alejandro Magno se aventuró muy joven a la conquista del Imperio Persa, su exitosa campaña ocupó Frigia e impaciente se empecinó en el reto para desatar aquel misterioso nudo gordiano, fracasando en el empeño. Al final, logró romperlo a tajo de espada, acuñando la legendaria frase “es lo mismo cortarlo que desatarlo”. Ante semejante “audacia” la respuesta celeste fue una cruenta tormenta de rayos, en su vanidad Alejandro quiso entenderlo como el beneplácito de Zeus. A los 33 años tuvo la irreparable pérdida de Hefastión, con quien le atribuían una relación especial, pérdida que precipitó su misterioso deceso sin lograr concluir la conquista del tan ambicionado imperio persa.
Probablemente esta reveladora figura mitológica toma cuerpo en la expresión “el fin justifica los medios”, que 17 siglos después sería atribuida al italiano Nicolás Macchiavello en el libro “El Príncipe”; aunque en realidad los historiadores atribuyen la frase a Napoleón Bonaparte quien la habría escrito en el margen de aquel libro que tomó como guía para conquistar Europa y en el que fundamentó un estilo y método inescrupuloso de faltar a la ética y la moral para conseguir un fin, vulnerando el respeto por los derechos fundamentales y la estabilidad política y social.
Como en aquella mitología, hoy El Salvador se encuentra atado e inmovilizado por poderosas lianas que lo envuelven y amarran en un intrincado y cerrado “nudo gordiano”, que representa: una compleja problemática ambiental de dimensión estructural, vinculada al cambio climático que lleva a una mayor exposición a vulnerabilidad y enfrenta la peor crisis de agua potable; un endémico estancamiento económico por falta de un clima de confianza que aleja las inversiones aumentando el desempleo, con un asfixiante incremento del costo de la vida; así como un creciente deterioro del hábitat comunitario por la profundización de la pobreza debido al recorte de programas sociales y al cruento abandono municipalista. El nudo se complica al enfrentar la mayor crisis en las finanzas públicas por los efectos de la pandemia de covid19, multiplicados por la incapacidad de gestión gubernamental derivada en un excesivo endeudamiento, una grave distorsión monetaria por la abusiva imposición del Bitcoin como moneda de curso legal, ignorando alarmas por los desastrosos efectos para la economía, y el rotundo rechazo de la población; sin olvidar la falta de reforma al sistema previsional, despilfarro y creciente corrupción.
Bukele es incapaz de utilizar de manera cuerda, sabia, honesta y constructiva la enorme cuota de poder político depositada por el pueblo para desatar el intrincado “nudo gordiano”; su estrategia ha sido dividir de un tajo al país, fomentar el odio, abandonar los programas sociales, transar con poderosos el agua potable, un pacto con las pandillas asegurándoles el control territorial, romper el proceso de paz desconociendo sus responsabilidades, truncar el acceso a la información pública, bloquear al periodismo independiente, perseguir a la oposición, destruir la división entre poderes del Estado, asaltar la Sala de lo Constitucional, las Cámaras y tribunales de justicia, así como la FGR; cercenar la autonomía municipal y fracturar las relaciones internacionales. Bukele pretende perpetuarse en el poder asegurando su reelección continua mediante una retorcida “escritura privada” hilvanada por encargo a los usurpadores de la Sala Inconstitucional, bajo el perverso disfraz de una interpretación constitucional en la que “el fin justifica los medios”. Bukele baja en las encuestas porque los suyos también rechazan el Bitcoin y se multiplican las movilizaciones y protestas, también se les revierten las redes sociales. En la medida que se cierran los espacios institucionales se irá abriendo el debate sobre un posible paro nacional.