¡Es la economía, estúpido!, es una contundente frase de 1992 -vigente después de casi 30 años- surgida en el fragor de la campaña electoral presidencial de EEUU y acuñada como un exitoso estandarte de Bill Clinton, entonces gobernador Demócrata por el Estado de Arkansas y retador candidato que disputó la presidencia al poderoso Republicano George H.W. Bush (padre). Bush parecía invencible al gozar del más del 90% de popularidad en medio de su primer periodo presidencial, enarbolando altas banderas de victorias políticas fundamentadas en el odio, la polarización por el éxito en la Guerra Fría y la ocupación del Golfo Pérsico.

Semejante tensionamiento mundial provocado por la administración Bush generó una profunda crisis y recesión económica global de la que no escapó EEUU que tuvo que aplicar un severo ajuste fiscal, dura reestructuración que les llevó a privatizar empresas públicas y a reformar el gasto, afectando sensiblemente la economía de los hogares. Es en ese contexto, el jefe de campaña de Clinton (James Carville) sugirió enfocarse en lo interno y poner polo a tierra a la sociedad estadounidense sobre la gravedad de la economía doméstica, convirtiéndose así Clinton en el 42º presidente de EEUU.

El Salvador concluye el 2021 tortuosamente cargado con más de medio periodo presidencial a cuestas. El régimen se encuentra empantanado en su propia crisis política, obnubilado por su opacidad, corrupción, odio y confrontación; aislado de la comunidad internacional por el fracaso de su política exterior, en el contexto de una debacle mundial por los graves y prolongados efectos de nuevas variantes de la pandemia de Covid19 y enfrentado al efervescente crecimiento de una activa y frecuente movilización social de amplios sectores de la población articulados en distintas vertientes: el Bloque de Resistencia y Rebeldía Popular, el movimiento de Resistencia Ciudadana, las organizaciones de mujeres y jóvenes, la Concertación por el Agua, desmovilizados y excombatientes, organizaciones defensoras de derechos, movimientos estudiantiles, sectores culturales, entre otros.

En este escenario sorprende la habilidosa capacidad de maniobra con la que Bukele aplastó y silenció -por hoy- la disidencia interna en su fracción legislativa, reconociéndosele además la magia en la gestión cosmética y mediática con que ha sido capaz de sostener, mediante una altísima inversión presupuestaria y decenas de costosos asesores venezolanos expertos en cirugía reconstructiva y liposucción de imagen en las mediciones de opinión para moldear y modelar los niveles de aceptación de Bukele. Irremisiblemente lo que sube baja, es así como en el último semestre comenzó a erosionarse y desmoronarse la imagen de la deficiente gestión económica y social, convertida en el talón de Aquiles de un régimen dictatorial que ha violentado la Constitución, usurpado todo el poder del Estado, desmantelando la incipiente institucionalidad democrática, que ha sido incapaz de encontrar soluciones a los graves problemas estructurales ante su falta de coherencia y de un plan de desarrollo sostenible.

Estremece el análisis fundamentado y serio de la revista de COLPROCE demostrando el calamitoso deterioro de la economía familiar. Al refuerzo de gastos militares y de publicidad del régimen se contraponen los graves problemas sociales cotidianos: creciente desempleo, e aumento de la demanda de nuevos contingentes humanos que buscan desesperadamente un trabajo digno, mayor incertidumbre por la aventura de imponer el Bitcoin alejando la posibilidad de inversiones para generar nuevos empleos, angustiosa inflación de 6.2% -la más alta en 20 años-, expresándose en un vertiginoso incremento del índice general de precios que ha llevado a un aumento de los alimentos en un 7,4%, electricidad y gas en un 8.4%, transporte 10.7%. A esto hay que sumar los drásticos recortes presupuestarios a las carteras de salud, educación, UES, 85% del FODES a las municipalidades con los consecuentes efectos a la economía local, grave falta de medicinas en la red hospitalaria y el ISSS o las citas médicas de especialidades con espera de hasta un año.

Indudablemente el año cierra con una economía en grave crisis de deterioro, en la que el supuesto crecimiento publicitado por el régimen contrasta con mayores niveles de pobreza, alto costo de la canasta básica, desempleo, creciente migración, mayor descalificación del riesgo país, una deuda inmanejable con mayor riesgo de impago y severa disminución de la inversión pública. Mucha razón tenía Clinton al referirse a Bush…