El martes 7 de enero, junto a mi colega, Aída Betancourt, presentamos una denuncia ante el Tribunal de Ética Gubernamental contra el diputado Guillermo Gallegos por la contratación de parientes en la Asamblea Legislativa. La denuncia fue presentada en medio de una nueva ola de indignación ciudadana generada por reportes periodísticos de nepotismo dentro del congreso y forma parte de un esfuerzo ciudadano y político por luchar contra la corrupción sistemática en las instituciones del Estado. La denuncia fue admitida por el Tribunal, que ha ordenado al diputado enviar un informe sobre las contrataciones en un plazo máximo de 10 días.

Dos días después de haber sido interpuesta la denuncia, el presidente Nayib Bukele, que aún no daba declaraciones al respecto, llegaba a la Asamblea Legislativa a pedir permiso para viajar. Minutos antes de iniciar la sesión, estrechó con una sonrisa la mano del diputado Gallegos y, mientras saludaba la corrupción, se preparaba para una conferencia de prensa en la que con mentiras atacaría a los denunciantes, mientras hacía una apología del denunciado en la que preguntaba ¿Por qué solo él?

La primera vez que escuché del diputado Gallegos fue en 2011, cuando un periódico digital publicó una investigación en la cual comprobaron que el legislador había fabricado misiones oficiales a España para cobrar los viáticos asignados a esas actividades. Según la investigación, “Los viajes fantasmas de Gallegos,” le costaron al menos $17,000 a los contribuyentes salvadoreños. Volví a saber del diputado Gallegos en 2015, cuando ese mismo periódico publicó una nueva investigación que señalaba al legislador por haber intervenido en la asignación de fondos públicos a una ONG fundada por su esposa, Julia Nora Romero de Gallegos. Esta vez, según la investigación, la donación impulsada por Gallegos a la ONG de su esposa le costó $550,000 a los contribuyentes. El diputado no fue sancionado por estos actos.

Desde entonces, he visto al diputado Gallegos destacar en la agenda mediática y política por su defensa del expresidente Saca, su esfuerzo por establecer la pena de muerte como mecanismo punitivo en el Código Penal y, más recientemente, por su alianza con el presidente Nayib Bukele, a quien dio cabida en Gana para buscar la Presidencia de la República. El 2 de enero de 2020, sin embargo, el diputado Gallegos fue colocado al centro de la agenda nacional, una vez más, como protagonista de un caso de corrupción. La más reciente investigación reveló que el vicepresidente y expresidente de la Asamblea Legislativa tiene a 11 parientes contratados en esa institución, entre ellos tres cuñados. Algunos parientes del diputado Gallegos laboran en la institución desde 2006 y tienen salarios que alcanzan los $3,000. Esta vez, los salarios de los parientes del diputado Gallegos le han costado millones de dólares a los salvadoreños.

Guillermo Gallegos no es un diputado popular. Desde 2009, cuando inició su participación en elecciones con Gana para una diputación en San Salvador, nunca ha entrado a la lista de los diputados más votados de ese departamento. Entonces, si Guillermo Gallegos es un diputado que ha sido señalado en múltiples ocasiones como protagonista en casos de corrupción y no capta una gran cantidad de votos, ¿por qué sigue formando parte del panorama?

Los políticos corruptos siguen figurando en la política nacional porque nosotros, los ciudadanos, lo permitimos. Lo permitimos al quedarnos de brazos cruzados ante los abusos repetidos de nuestros funcionarios. Lo permite el presidente Nayib Bukele y los políticos que justifican con mentiras y por conveniencia el saqueo descarado de los fondos públicos.

El martes, desde Nuestro Tiempo, hicimos un pequeño esfuerzo por romper ese silencio y denunciar lo que consideramos una estafa a la ciudadanía de parte de los mismos de siempre. Empezamos en noviembre, cuando Juan Valiente presentó una solicitud al Instituto de Acceso a la Información Pública para saber quién pagó el viaje del viceministro Osiris Luna. Continuamos con la denuncia por nepotismo al diputado Gallegos y estamos comprometidos en hacer todo lo que la institucionalidad nos permita para luchar contra la corrupción.