Hasta mayo, El Salvador repite la mayor crisis política, constitucional, moral, social y económica. Nuevamente este es un complejo periodo de transición en el que se entremezclan los retrasos de la pobreza y el subdesarrollo acumulados por decenios y que dieron pie al conflicto armado, hechos que luego se vieron nuevamente agravados ante el fracaso del modelo neoliberal ejecutado en el periodo de la post guerra. Sumémosle la mayor crisis de salud pública mundial debido a la pandemia de Covid 19 con todas las secuelas socio económica y multiplicada por la crisis política derivada del ascenso del régimen dictatorial de Bukele que desmonta la institucionalidad alcanzada, sin esclarecer que más hay en el fondo del despeñadero al que aceleradamente conduce al país.

Al pasado primero de mayo y a las copiosas miserias que sufre la clase trabajadora derivadas del cierre de fuentes de trabajo, despidos y alto costo de la vida, se agrega la crisis institucional de alcance nacional y severas repercusiones internacionales por los graves incidentes legislativos en los que el Estado recibió “el tiro de gracia” ejecutado por el régimen de Bukele y su bancada. Nuevamente la “historia oficial” -a la que se refería Roque en su libro “Las Historias Prohibidas del Pulgarcito”- no ha logrado convencer a la gente pensante, ni al cuerpo diplomático acreditado y menos a la comunidad internacional, sobre la legalidad y legitimidad de semejante gazapo que choca contra cualquier enfoque de la realidad.

Otra vez necesitamos echar mano a la caja de herramientas de la historia, así cobra mayor vigencia la madurez del pensamiento de la obra de Roque Dalton, -nuestro poeta universal-; su estética, claridad política, la irreverencia, sencillez, humor e ironía son útiles para descubrir y describir la salvadoreñidad, e identificar sin lugar a equívocos las conductas impositivas que caracterizan a los dictadores. Su obra aporta muchas pistas, lamentablemente truncadas a raíz de su obligada partida tras el incomprensible asesinato aquel diez de mayo de 1975 sin darle oportunidad de llegar a tiempo a celebrar el día catorce del aniversario de sus cuatro décadas. La capacidad de narrativa, la profunda visión de sus ensayos describen las características de las alianzas políticas y económicas que siguen encubriendo rapaces intereses de arribistas y codiciosos.

La descripción de Roque Dalton sobre las razones y características de “los eternos indocumentados” referido a nuestros sufridos migrantes, así como la crudeza de los actuales números desmorona la tesis del régimen de Bukele sobre la supuesta disminución de la migración. Los datos son contundentes: solo en marzo de este año fueron detenidos en la frontera sur de Estados Unidos 9474 migrantes salvadoreños, mientras en abril eran 11,033 personas. De octubre 2020 a febrero 2021 los detenidos ascendieron a 19,763, para un número global de apresados en aquella frontera de 40,270 salvadoreños. Se desconoce la cantidad de migrantes que lograron pasar los controles fronterizos y entraron a Estados Unidos, tampoco se sabe cuántos hay empantanados en Guatemala y México; por lo tanto, el crecimiento migratorio es alarmante.

Todo apunta a que el régimen de Bukele ha decidido apostar por la estrategia de expulsar a una buena parte de la población como una válvula de escape ante la inminente crisis socio económica y para capitalizar nuevas remesas que engorden sus arcas, sin la necesidad de dar respuesta coherente y eficaz a los retos del desarrollo. De acuerdo a estudios del Colegio de la Frontera Norte, el 81,1% de los expulsados se deben a la gravedad del crecimiento y amenaza de los grupos criminales de pandillas, que en este caso bajo el amparo de permisivas políticas del régimen amplían el control de sus territorios; mientras, el veto presidencial ha blindado la operación de las redes que realizan el tráfico humano y sus legisladores enviaron al archivo todas las iniciativas en esta materia.

La crisis institucional, la corrupción, el aislamiento internacional, la crisis socio económica, la criminalidad, la inminente reforma fiscal son la tormenta perfecta para empujar el éxodo migratorio.