A dos años de gobierno, Bukele y su equipo de venezolanos han consolidado un “modus operandi” caracterizado por el frecuente montaje de un repertorio de temas “cortina”, proyectados a discreción, para mantener cautiva la atención pública, imponiendo su agenda política. Este modo de operar es una suerte de escapismo mediático para evadir los asuntos incomodos de la realidad, sin importarles los costos que sufre la gente por estos malabares mediáticos; para esta administración se vale todo con el fin de mantener en punta de encuesta la imagen artificialmente modelada de Bukele, tan retocada y sofisticada que perfectamente podría competir con una pasarela.

Bukele, en dos años, lejos de generar nuevos empleos ha producido miles de despidos en el gobierno, la Asamblea Legislativa y municipalidades. A esto suman miles de desempleados por el cierre de empresas quebradas por la imposición de la cuarentena y, en otros casos, por la falta de pago o pago tardío a centenares de pequeñas empresas de transporte, alojamiento, call center, logística, alimentos y abastecimientos contratadas por el gobierno durante la emergencia, y que hasta la fecha se quejan de no recibir el pago completo por sus servicios. No se sabe si faltan recursos del Ministerio de Hacienda o si dolosamente se retrasan los pagos para favorecer el negocio oscuro de una red inescrupulosa de funcionarios que compran los Quedan a desesperados empresarios, ahogados por la falta de liquidez.

Se prolonga la reiterada crisis de agua potable originada en la escasez, falta de cobertura y mala calidad del servicio -agua turbia, pestilente y contaminada-, debido a la ausencia de una estrategia apropiada, deficiente administración, falta de planificación e inversión. Esta crisis motivó durante el primer año de mandato de Bukele dos interpelaciones por la Asamblea Legislativa y un revés mediático a Bukele, que terminó rodando la cabeza del anterior presidente de ANDA y la ministra de Salud. Por supuesto, esta crisis fue hábilmente ocultada tras la escena del 9F con la violenta ocupación militar de la Asamblea Legislativa, que develaría la intención gubernamental de romper la separación de poderes del Estado.

La nación se estremece en una profunda crisis económica por el cierre de empresas y pérdida de puestos de trabajo, lenta recuperación económica diferida por el desinterés de inversores y el absurdo enfrentamiento de Bukele con las gremiales empresariales. Esta es una administración acorralada por el creciente endeudamiento público que alcanzará el 100% del PIB durante este año; pesa sobre él una alta desconfianza de su rumbo económico e incertidumbre, tanto por el acuerdo con el FMI como por el fuerte impacto que ocasionará el paquete tributario que prepara el gobierno y, para colmo, las alarmas están encendidas por todas las calificadoras de riesgo ante el desatino de Bukele al imponer el Bitcoin como moneda obligatoria de curso legal, sin el menor estudio técnico y sin consulta.

Bukele, como el Bitcoin, es inestable y volátil. Pierde credibilidad en la medida que se profundiza la crisis política y deteriora la gobernabilidad con métodos autoritarios, rompe el equilibrio entre poderes, desprecia mecanismos de diálogo, consenso político y social, desconociendo los avances democráticos alcanzados por los Acuerdos de Paz. Ha llevado al aislamiento y deterioro de las principales relaciones diplomáticas del Estado, mientras desmonta la transparencia cerrando los mecanismos de acceso a la información pública mientras aumentan las denuncias de corrupción en su gobierno.

Más allá de las barreras ideológicas o políticas, el estómago es el despertador social, el padre iniciador de la movilización, organización y toma de conciencia. La crisis es la madre de la gestación de nuevos liderazgos alumbrados por la dura realidad del creciente costo de la vida, del incremento desmedido de la canasta básica, combustibles, energía eléctrica, cierre de los programas sociales, falta de empleo y agua potable, así como la caída de la producción agropecuaria, todo en un contexto de creciente vulnerabilidad ambiental e incremento de la criminalidad de las pandillas. El mapa creciente y novedoso de embriones de movimientos de oposición plural que germinan aceleradamente en las comunidades, desempleados, desmovilizados, mujeres, jovenes, estudiantes, movimientos sociales, religiosos, académicos, emprendedores y empresarios, tiene el reto de encontrarse y articularse, sin hegemonismos, sobre una agenda básica de acciones de acuerdo al rigor de los nuevos tiempos.