Enrique García, de 64 años, es uno de los periodistas más antiguos de la redacción de Diario El Mundo. La responsabilidad frente a la información, la atención a los detalles, la neutralidad y la convicción por la verdad lo llevaron a evolucionar en un período de convulsión social. En la actualidad, agradece que la vida le haya permitido ser periodista del conflicto y continuar siéndolo en estos días.
Para “el Capitán”, como le llaman algunos en la redacción, el conflicto armado tuvo varias fases. Una, cuando todas las organizaciones sociales salieron a las calles a manifestarse al centro de la capital, marchas, que según recuerda, terminaron en tiroteos, heridos, muertos y tomas de edificios gubernamentales.
García tenía 28 años cuando todo el malestar social de una década convulsionada, se convirtió en una guerra civil declarada en los años 80. Era un reportero gráfico. Así nombraban a quienes, además de tomar fotografías, debían recabar toda la información posible, de los sucesos del día.
En el afán de conseguir información, García relata que en una ocasión buscaba las tropas guerrilleras para entrevistarlas, pero para llegar a ellas, debía pasar por un retén del ejército y revelar su objetivo. Al retorno, el ejército le exigió información y ubicación de las filas de izquierda, a lo que respondió que él era periodista, no vocero de ninguno de los dos bandos que se enfrentaban.
Quique García, como le dicen otros, salió todos los días de su casa con su cámara de 35 milímetros marca Pentax y una libreta de apuntes que vaciaba al redactor de planta; así continuó hasta convertirse en redactor de noticias de El Mundo.
Sus recuerdos están plagados de los estruendos de las bombas, por las noches y por las mañanas el camino hacia “la base” era acompañado de las trasmisiones radiales, con los recuentos de todo lo destruido por la guerrilla.
Dice que un verdadero alivio le inundó cuando el país se enrumbó hacia las negociaciones de la paz. Como todos los salvadoreños de la época, sufrió la perdida de grandes colegas y más de una cobertura se convirtió en una posibilidad de morir. García fue testigo de cómo las formas de violencia mutaron y han llegado 25 años después de firmada la paz.