Toomas Hendrik Ilves aseguró que el punto de partida del desarrollo digital en Estonia fue la firma electrónica. / D. García


Toomas Hendrik Ilves, cuarto presidente de Estonia (2006-2016), relató este jueves en San Salvador cómo Estonia se convirtió en la nación más digitalizada del mundo, algo que se tradujo en un ahorro del 2 % del Producto Interno Bruto (PIB) y les ayudó a bajar la corrupción.

No dudó en exhortar a los salvadoreños a hacerlo. “Ustedes tienen una gran ventaja lingüistica... En El Salvador se necesitan torres de transmisión pero no tienen que poner cable y fibra óptica por todo el país, El Salvador tiene una densidad poblacional alta y tiene sentido hacerlo aquí. Yo enfatizaría telefonía móvil e intentara alcanzar el 5G cuando se pueda”, dijo.

Estonia ha logrado disminuir su corrupción con la digitalización. ¿Cómo? Los trámites en línea evitan que el cumplimiento de requisitos dependa de la discrecionalidad de empleados que en ocasiones pedían sobornos.

“Son decisiones binarias, sí o no, básicamente sobre la base de si cumples los criterios o no, eso nos permite que esa discreción se quite de las manos de las personas que te pedían dinero a cambio, eso tiene un impacto enorme en la reducción de la corrupción”, expuso Hendrik. Por ejemplo, han acabado con la corrupción por multas de tránsito.

Lo primero que se necesita, dijo, es voluntad política y no muchos recursos económicos. Luego, es necesario obligar a las personas a tener una identidad digital y ofrecerles seguridad. Pero todo esto requiere el apoyo del sector privado y de las organizaciones no gubernamentales. Ayer, el exgobernante de Estonia dejó claro que sin los bancos no hubieran logrado la digitalización.

Desde el gobierno estonio, Hendrik propuso un programa para conectar a todas las escuelas en 1998. “Fue tan exitoso que los bancos que lo apoyaban dijeron: lo que queremos es que todas las personas estén en línea, si las personas están conectadas, ahorramos dinero”, relató.

Pero decidieron abordar el problema de la seguridad. “El 80 % de los atracos tiene que ver con este problema: no se sabe si al otro lado hay un perro, un ser humano, un espía ruso, que le está hablando. Fue el primer problema que decidimos abordar. Si necesitamos ofrecer una identidad digital, ¿qué requisitos necesitamos?: una identidad segura y única, parece cosa fácil, pero no lo es”, expresó. Mencionó la autenticación de dos factores y el cifrado de punta a punta como mecanismos de seguridad.

Según Hendrik, esto es clave porque un sistema estrictamente seguro garantiza que los datos puedan fluir –entre instituciones o personas– con la confidencialidad e integridad que requieren, es decir, que no sean modificados. “Al digitalizar, la integridad de los datos se vuelve un tema fundamental”, explicó. Después de desarrollar el sistema, Estonia realiza todos sus trámites electrónicamente, incluso las recetas médicas, la votación electoral y la residencia electrónica; solo tres actos necesitan una presencia personal, dijo: el matrimonio, el divorcio y la compraventa de propiedades.

La digitalización les mejoró el cobro de impuestos, redujo el sector informal de la economía, implicó traer más dinero para el Estado y disminuyeron los problemas para la población. Diario El Mundo le preguntó al exgobernante cómo este tipo de proyectos pueden ser desarrollados en medio de liderazgos débiles o polémicos, polarizaciones políticas o intereses políticos o personales en campañas electorales.

Respondió que en Estonia básicamente la mayoría de los partidos pensaban que esta era buena idea y todas las personas tenían niños o adolescentes que necesitaban la digitalización. Además, el pensamiento dominante era la reputación de su país y dejaron de oponerse. “Todos querían que esto sucediera, los partidos dicen muy bien, es muy difícil estar en contra de los bancos y de la sociedad civil”, respondió.

La única mala noticia, según el exgobernante estonio, es que “si eres político ya no te aman por eso, pero sí aman al país”: “No me ha vuelto más popular a mí, no ha vuelto más popular a los políticos, claro que no. Si quieren hacer algo bueno para su país, van a hacer que las personas amen su país, pero no van a amar a los políticos, lo lamento”.