El politólogo guatemalteco Miguel Castillo advierte que en El Salvador “las rivalidades ya no tienen sentido” en un país en donde una nueva generación de ciudadanos exige más de los partidos políticos. Advierte que, si los partidos no se modernizan, desaparecerán y eso, sostiene, no dañará la institucionalidad. En una entrevista concedida a tres medios de comunicación impresos del país, Castillo plantea retos fuertes para las instituciones del Estado salvadoreño.

 

La Prensa Gráfica (LPG): ¿Qué percepción tiene de la situación política que se tiene de El Salvador?

El Salvador está atravesando una etapa bastante de transición, el modelo político salvadoreño que se generó con los Acuerdos de Paz está concluyendo..., está concluida. Los dos últimos procesos electorales han marcado ya un pequeño desajuste entre las aspiraciones de los salvadoreños y la posibilidad del sistema político, las estructuras que empiezan a quedarse atrás son los partidos políticos, empiezan a no ser los intermediarios tradicionales de la vida política. No siento a los salvadoreños, como hace 15 o 20 años, identificados con la afiliación política. Los ciudadanos están empezando a buscar otras formas de participación (medios, redes sociales). Hay un gradual reacomodo del poder político en El Salvador, los actores tradicionales están dejando de tener la influencia que han tenido, el sector organizado, los partidos, están empezando a dejar su espacio a otras estructuras que no están muy definidas, que son muy ciudadanas. El Salvador está transitando hacia un nuevo modelo político, creo yo, que no tiene características.

 

Diario El Mundo (DEM): ¿Es peligroso que los partidos no respondan a los ciudadanos?

Es peligroso para ellos en tanto que podrían ser borrados del mapa, como ha ocurrido en otros lugares donde los partidos políticos no han podido adaptarse a esta nueva realidad y pueden desaparecer. Las estructuras salvadoreñas, los partidos, siguen siendo sólidos, más sólidos que en cualquier lugar de América Latina, pero no están necesariamente representando a los ciudadanos en la forma que debiera. Es peligroso para ellos, tienen retos.

 

DEM: ¿Pero no es peligrosos para la institucionalidad del país?

Yo diría que no, porque yo creo que esto va a fortalecer la participación ciudadana, en la toma de decisiones, veo ciudadanos más involucrados pero que no encuentran en los partidos el canal de participación. Van a surgir nuevas cosas en El Salvador, nuevas estructuras, nuevas instituciones, también algo muy importante es que ya están en plena vigencia las generaciones posconflicto, las que no vivieron el conflicto armado. Las calles están más llenas de esas generaciones, que no participaron del conflicto, ya no tienen ese resabio, están en una nueva dimensión, no se casan con las estructuras del pasado y en buena medida todo lo que hay en El Salvador es del pasado. Es un gran reto, pero es una gran esperanza, ciudadanos más interesados, ya no solo partidariamente sino preocupados en la vida política. Las instituciones muy probablemente desaparecerán pero el mayor aporte ciudadano puede ser la innovación. El salvadoreño es cada vez menos permeable a temas como la corrupción, se está quejando más.

 

LPG: ¿Los partidos pueden evitar el desgaste?

Los partidos (en El Salvador) son estructuras muy rígidas y esa rigidez es su principal valladar, tienen que ser mucho más flexibles, menos dogmáticos, hacia nuevas formas de pensamiento, si no, los ciudadanos van a buscar otros mecanismos, hay mucho mecanismo de participación directa en San Salvador, una relación más directa con la municipalidad. Si los partidos no lo entienden, pueden ser superados por esta realidad. Hoy tienen competidores, el competidor no tiene forma, no tiene nombre, tal vez sí, pero no tiene estructura, es algo que no se puede conceptualizar todavía, son ciudadanos. Los partidos los captan, o ellos los van a superar. Ahí está el reto, renovar o morir, no les queda otra posibilidad a los partidos políticos, que son los más sólidos, pero la modernidad también les afectó.

 

DEM: ¿Hay alguna fórmula que pueda imitar El Salvador de Guatemala?

El aprendizaje es que hay un momento en que las instituciones pueden dejar de ser representativas y se agotan las instituciones, y la respuesta puede ser, o violenta o muy participativa. En Guatemala, la situación llegó a un punto de inacción del Estado debido a la corrupción que todo mundo empezó a caer en la cuenta que ese era el problema. En Guatemala, la demanda está muy clara: transparencia es lo único que quiere el guatemalteco. El salvadoreño no ha llegado a ese extremo (...) Pueden verse en ese espejo, que no ha sido violenta pero terriblemente punzante en el caso de Guatemala. Creo que ha habido avances, concejos (plurales), listados abiertos, sí ha hecho algunos cambios, muy forzados, pero no es suficiente.

 

LPG: ¿Es viable una CICIG (Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala) en El Salvador?

Si las instituciones locales no son capaces de actuar con la debida celeridad para atender esta demanda, creo que un modelo de este tipo sea necesario, no es una receta. Las instituciones salvadoreñas están muy cargadas de lo político partidario y eso a veces hace imposible los cambios. A los partidos salvadoreños hay que hacerles un llamado a que entiendan los nuevos tiempos, necesariamente implican cambios, o los quieren de una forma muy racional, tranquila, muy democrática, o pueden darse muy agresiva o hasta violenta. La pelota está en la cancha de los partidos, de las instituciones del Estado salvadoreño.

 

DEM: ¿Los tres países del Triángulo Norte están dando los pasos suficientes anticorrupción, previendo que El Salvador no ha creado una Cicies, aunque hace cambios en Fiscalía?

Lo más indicativo son los montos porque El Salvador siempre es el hijo bien portado de los norteamericanos, por primera vez, en la distribución de fondos, no es El Salvador que tiene la mayor cantidad de recursos, es un pequeño y sublime mensaje. O lo puede ver en términos de urgencia. Puede ser un mensaje en el sentido que requiere que los cambios se den.

 

El Diario de Hoy (EDH): ¿Cuáles son las implicaciones ante el hecho de que la mayoría votó por el presidente Jimmy Morales?

Fue el mensaje de que había un hartazgo con política nacional, fue pura casualidad que está el presidente actual, él mismo lo decía, ahora, es un escenario de mucha incertidumbre. Guatemala solo tiene dos escenarios: transición hacia instituciones más transparentes donde se luche contra la corrupción acompañada de cambios políticos, y otro escenario transitorio (donde) el Gobierno, al primer error que cometa (salga), es un Gobierno muy débil, hay demasiadas expectativas y demasiado control... Es que la corrupción llegó a tal nivel que hasta el papel del baño era negocio, se formó una clase política que saqueó al Estado. La población se cansó.

 

Perfil

Miguel Lisandro Castillo Girón, máster en relaciones públicas y ciencias políticas en Indiana University of Penssylvania, con más de 25 años de experiencia en descentralización. Catedrático de la Universidad Francisco Andrés Marroquín. Actual director de proyectos de “Estrategia y Política”.