El rector de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” (UCA), Andreu Oliva, no cree que haya una preocupación genuina del Gobierno por la salud de los salvadoreños en el manejo de la emergencia nacional por COVID-19 y pregunta por los planes educativos para aprender a vivir y preparar al país en la atención adecuada a los pacientes.
¿Cómo evalúa el manejo de la emergencia?
Es un manejo improvisado, no están claros los planes. Es un manejo alarmista, se cree que va a haber un contagio masivo de la población, impidiendo cualquier actividad económica y esto el país no lo puede sostener. Deberían haberse permitido muchas más actividades económicas, con las precauciones debidas, utilizando mascarillas, lavado de manos, protección a las personas para evitar el contagio, pero no se puede parar un país por más de 60 días sin producir.
¿No es codicia?
Es ¿qué va a pasar después de eso?, estaremos más endeudados, esta deuda de $3,000 millones va a costar alrededor de $300 millones más cada año. Vamos a tener menos presupuesto porque la economía estará deprimida y no generará ni IVA, ni Impuesto a la Renta, que el Gobierno necesita para tener ingresos fiscales; estamos destruyendo la economía del país y vamos a ver en unos meses una situación dramática.
El Gobierno le diría a usted que no le importa la vida de los salvadoreños.
Si me dice eso yo le preguntaría: ¿y a usted qué vida le importa?, ¿solo le importa la vida de la persona contagiada por el COVID-19?, ¿y la vida del resto de la población?, ¿las personas que se van a quedar sin empleo o que ya se están quedando sin empleo?, las personas que tienen otras enfermedades, ¿quién las está atendiendo?, si se cerraron las consultas externas de los centros de salud y de los hospitales públicos, fue lo primero que se cerró. ¿Dónde están los planes de educación para que podamos aprender a vivir con la COVID-19?
Lo que se muestra es que el sistema de salud es incapaz porque, con el bajo número de personas contagiadas que realmente tienen efectos en su salud, porque un gran número no tienen, el número de personas hospitalizadas, que no llega a 100 y, en cambio, tenemos un alto número de fallecidos. No hay capacidad técnica, no es una capacidad de infraestructura, sino capacidad técnica para atender debidamente a las personas enfermas con el COVID-19 para que puedan salir adelante. La verdad, yo creo que la preocupación no es real, es una preocupación de diente al labio, uno debe preocuparse integralmente por la salud de todo el país. Esa cuarentena de 60 días, ¿qué ocurre a un niño encerrado 60 días en espacios pequeñísimos como lo son la mayoría de hogares salvadoreños?, en situaciones de calor, eso les está afectando a su salud mental y a muchas personas que se sienten agobiadas, encerradas, el hecho de generar este miedo, este pánico a la población, genera estrés en la gente, la salud mental, eso también es importante. Yo no veo una preocupación genuina por la salud de la gente, solamente me parece que lo que se quiere es tener el número más bajo de fallecidos para poder decir El Salvador es el país que mejor ha combatido la epidemia.
¿Cuánto le cuesta al país salir de la crisis por la paralización económica?
El problema no es el costo, es que hay cosas que son muy difíciles de rehacer. Cuando una economía se hunde, lo vivimos en el año 2008, cuesta muchísimo volverla a levantar. Esto es un costo en empleos, en familias que van a pasar de ser vulnerables a pobres o de ser clase media a ser vulnerables, es un costo es distintos aspectos. Hay mercados que cuesta mucho conseguirlos y necesitan que tú les entregués los productos en fechas determinadas, estos mercados, si no les cumples, buscan otros proveedores.
¿Cuánto tiempo, uno o dos años?
Los especialistas hablan que podemos tardar hasta tres años en volver a la situación previa, a la que teníamos antes de la epidemia.
¿Ve un trasfondo político?
La emergencia no se está manejando desde decisiones técnicas científicas sanitarias, se está manejando desde la visión que tiene el Presidente y las personas que lo asesoran, y en base sobre todo a que el Gobierno y en especial el Presidente queden como el mandatario que mejor ha manejado esta epidemia, pero no para buscar el bien del país ni para buscar la concertación entre las distintas fuerzas sociales para sacar adelante el país. Después de la pandemia se necesitará esfuerzo de todos para lograr salir adelante, estos aspectos no se ven, no se tienen presentes.
El Presidente mantiene su popularidad pese al desprestigio desde algunas organizaciones internacionales, académicas.
El apoyo parece que es fuerte, no tenemos datos, ciertamente hemos preguntado a personas que han pasado por los centros de cuarentena, ellos sí le dan una nota muy baja, pero sí creo que la esperanza en este Presidente sigue siendo muy alta en la población, la población considera que lo está haciendo bien. Yo creo que también el haber entregado $300 a las familias de entrada era una manera de ganarse la voluntad de esas personas, hay muchas familias que nunca habían visto $300 juntos, verdad, vemos ahora que hay maneras de ganarse la voluntad de los municipios cuando se le quiere dedicar una parte de los recursos a las deudas que tienen los municipios. Creo que a veces la gente no es capaz de ver con detalle, de hacer un análisis más fino de las decisiones que se están tomando, somos una sociedad que tiene una cultura autoritaria y que se actúe autoritariamente le gusta.
¿Se pudo haber tomado una decisión media?
Es que veamos otros países, no han tomado esa restricción tan fuerte y tan largas. Nadie nos dice que el 19 de mayo va a ser el fin y la curva nunca se va aplanar, tenemos que aprender a vivir con ello y prepararnos para poder atender adecuadamente a las personas. Han pasado dos meses, supuestamente eran para prepararse pero vemos que siguen habiendo fallecidos y que la gente se queja de que la atención no es la adecuada. No se le ve el final a esto. Yo creo que sí, hay que flexibilizar las medidas porque hay que pensar en el hoy y en el futuro.