Alain Delon, el poder de seducción de un lobo solitario
Lunes 19, Agosto 2024 - 4:30 AM
Príncipe apuesto o gánster indomable, Delon actuó para varios de los mejores realizadores del séptimo arte y su poder de atracción tal vez sólo haya sido igualado en la historia del cine por Rodolfo Valentino.
Alain Delon, fallecido este domingo a los 88 años, fue el actor francés más carismático y famoso de la historia del cine, con un aura oscura de lobo solitario que lo persiguió hasta el final.
"Me gusta que me amen como yo me amo a mí". Para este hombre que hablaba de sí en tercera persona, todo lo que emprendía sólo podía hacerse desmesuradamente.
Un estilo que al final de su vida lo persiguió, entre querellas familiares, declaraciones contradictorias y polémicas sobre su carrera y las mujeres.
Príncipe apuesto o gánster indomable, Delon actuó para varios de los mejores realizadores del séptimo arte y su poder de atracción tal vez sólo haya sido igualado en la historia del cine por Rodolfo Valentino. Otros vieron en él a una versión francesa de James Dean.
Fue el hombre ideal de muchas mujeres y el compañero durante un tiempo de bellezas como Romy Schneider, Claudia Cardinale, Simone Signoret o Mireille Darc.
"Fue en ellas, en la mirada de mi primera mujer, Nathalie, y en las de Romy (Schneider), Mireille (Darc) o la madre de mis hijos (Rosalie van Breemen), que hallé la motivación para ser lo que he sido, para hacer lo que debía hacer", decía Delon.
Actor minucioso frente a la cámara, Alain Delon pasará a la posteridad por un magnetismo comparable al que Marilyn Monroe o Brigitte Bardot tuvieron sobre los hombres.
"Sólo me faltó hacer el papel de Cristo. Ahora ya es un poco tarde", declaró al final de su carrera este actor disciplinado que tuvo el talento de someterse a las órdenes de los más grandes.
Trabajó en unas 90 películas, bajo la dirección de Melville, Visconti, Antonioni, Losey, Godard o Malle.
Productor, director, empresario y coleccionista de arte, era un seductor rebelde y arrogante, que cultivaba en la vida real la imagen que irradiaba en la pantalla.
El tiempo transformó el rostro y plateó la cabellera de la fiera solitaria. Acentuó su pose de misántropo desde donde saboreaba la gloria, antes de que ésta lo terminase hartando porque coartaba su libertad.
"Estaba programado para el éxito, no para la felicidad. Son dos cosas incompatibles", dijo en una ocasión.
Nacido el 8 de noviembre de 1935 en Sceaux, cerca de París, Delon tuvo una infancia inestable tras el divorcio de sus padres, seguida de cuatro años de guerra en Indochina como infante de marina.
De regreso en París, multiplicó empleos ocasionales en una zona del mercado central de la capital frecuentada por proxenetas, prostitutas, homosexuales y maleantes.
"He tenido muchos contactos con el gangsterismo, hasta lo rocé con los dedos", confesaba en 2021. Pero "siempre preferí los policías".
Su recia elegancia, mirada azul y "rostro de ángel" -uno de sus apodos- no pasaban inadvertidos en el distinguido barrio parisino de Saint-Germain-des-Près que comenzó a frecuentar.
El cineasta Jean-Claude Brialy cayó bajo aquel encanto y lo invitó al Festival de Cannes.
En 1957 debutó en la pantalla en "Quand la femme s'en mêle", de Yves Allégret, antes de convertirse en intérprete de uno de los más grandes, Luchino Visconti.
El director italiano será el verdadero pigmalión del joven actor, cuya inteligencia y potencial supo detectar y desarrollar.
"Rocco y sus hermanos" y "El gatopardo" serán dos cumbres en la carrera de Delon. En Italia, actúa en "El eclipse" (Michelangelo Antonioni) antes de componer papeles memorables para Jean-Pierre Melville en "El círculo rojo" y "Le Samurai (El silencio de un hombre)".
En el teatro, se le vio en "Lástima que sea una p...", puesta en escena por Visconti. La coprotagonista se llamaba Romy Schneider y fue el principio de una larga relación con la joven actriz austríaca.
Con "Borsalino", de Jacques Deray, alcanzó en 1974 uno de los triunfos más grandes de su carrera junto a Jean-Paul Belmondo, al que despidió, conmovido, el 10 de septiembre de 2021, cuando se celebró el funeral de este otro monstruo del cine francés.
Algunos realizadores exploraron con éxito sus facetas más complejas.
Para Joseph Losey fue el enigmático protagonista de "El otro señor Klein" (1976) y Volker Schloendorff lo convirtió en barón de Charlus, el inasible aristócrata homosexual de "Un amor de Swann" (1984), adaptación de la obra de Proust.