El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, aseguró anoche que agosto cerró con el menor número de homicidios en un mes desde la firma de los Acuerdos de Paz en 1992.

"Termina agosto y podemos confirmar que hemos cerrado el mes con menos homicidios desde los Acuerdos de Paz", escribió Bukele en su cuenta de Twitter.

Según un informe de la Policía Nacional Civil, el mes culminó con 131 homicidios, un promedio de 4.2 diarios. Según un gráfico de la PNC, divulgado en redes sociales, desde febrero de 2002, cuando hubo 135 asesinatos.



El mandatario lanzó su plan de seguridad en comunidades controladas por pandillas el 20 de junio y, según los datos ofrecidos esta semana por su ministro de Seguridad y la policía, los homicidios se redujeron más de la mitad: 3,8 por día.

"Hay que saludar la reducción de los homicidios en un período corto", reconoció a la agencia de noticias AFP el analista y profesor universitario Roberto Cañas, aunque matiza: "Lo que tenemos que ver es si a la vuelta de seis meses o un año se vuelve tendencia sostenible".

Para Cañas, la variabilidad en la cifra de homicidios depende de "infinidad de factores", como la coyuntura y las medidas tomadas, ya sea mediante represión, pactos de tregua o controles en las cárceles.

El operativo de Bukele se centra en operaciones sorpresa de policías y militares en zonas dominadas por los 70.000 pandilleros del país, controles en carreteras y traslados de algunos de los 17.000 miembros de maras encarcelados a otras prisiones para cortar su comunicación con el exterior.

Para el analista político Juan Ramón Medrano, el giro que marca el nuevo plan de seguridad es que, además de la represión del delito, enfrenta el "problema grave de la falta de control territorial".

Ante este despliegue policial y militar, el coordinador de la Comisión de Derechos Humanos (no gubernamental), Miguel Montenegro, advierte que las autoridades deben tener "mecanismos de prevención" para evitar que los jóvenes sigan siendo reclutados por las pandillas.

También alertó que las autoridades, en el desarrollo de sus operaciones, deben evitar "estigmatizar a jóvenes" para no caer en "detenciones injustas".

En todo caso, la presión sobre las zonas controladas ha dado "un respiro" a muchas comunidades de las que los pandilleros han tenido que emigrar, reconoce Medrano, quien considera que esta lucha es de "largo aliento".

"Si tenemos 30 años de que (las pandillas) comenzaron a fortalecerse, a crecer y crecer, ¿cuánto tiempo nos va a llevar desmantelar ese fenómeno? Lo importante es que se empieza la tarea y que se continúe en el rumbo de no aflojar", subraya Medrano.