William Marroquín, residente del municipio de San Salvador Norte, cultiva durante el segundo trimestre de cada año. Sin embargo, el resto del año suplanta la cuma y el corvo por cemento y una pala, mientras trabaja como ayudante de albañil.
En años anteriores, Marroquín también desempeñó trabajos en el sector de reciclaje, o participó de la zafra en cultivos ubicados en el mismo municipio.
“Soy agricultor hace como 20 años a 25 años, por el motivo de que son temporadistas de las cosechas de maíz, después de eso ya se queda a uno a otros trabajitos, por días”, indicó Marroquín.
El productor indicó que generalmente cultiva una manzana de maíz, pero, desde hace 15 años, debido al constante incremento en el costo de los insumos, optó solo por trabajar la mitad.
De media manzana, el agricultor estima sacar 25 sacos de maíz, sin embargo, buena parte de este es comercializado para pagarle a los mozos y las deudas que se adquieren, como el arrendamiento de terreno. El resto se destina al consumo familiar.
Para Marroquín, la agricultura dejó de ser la vía con la que obtenía ganancias sustanciales para salir adelante a convertirse en una “tradición”. A sus 45 años reconoce que la salud ha sido indispensable para “rebuscarse” por otros empleos y sobrevivir junto a su hijo y esposa.
Rentabilidad y mano de obra
El presidente de la Asociación Cámara Salvadoreña de Pequeños y Medianos Productores Agropecuarios (Campo), Luis Treminio, reconoció que ser productor en El Salvador no es rentable. En constantes ocasiones, la gremial ha destacado el descuido que los gobiernos han tenido sobre la agricultura en las últimas décadas, una situación que ha pasado factura en el entusiasmo del sector.Treminio hizo énfasis en la necesidad de una política nacional agropecuaria, en la que se cree una reserva estratégica y refuerce el sector para motivar a la mano de obra a permanecer en el rubro.
“No es nada rentable y por eso es que hay disminución en cuanto a la producción”, puntualizó el vocero de Campo.
Para los productores locales, acceder a un sistema de riego, con el que se pueda tener cultivos el resto del año, es inimaginable, por el costo que implica el mantenimiento del mismo, y la poca ganancia que les genera la cosecha.
De la mano con la rentabilidad se encuentra la caída de los empleados agropecuarios.
La asociación señala que el desincentivo estatal también ha provocado que los jóvenes busquen otro futuro laboral y dejen a un lado la vida en el campo, o busquen migrar.
La falta de mano de obra ha afectado a productores de subsistencia como Marroquín, quien confirmó dificultades para encontrar colaboradores para la cosecha 2024-2025, al punto de tener que pagar más por los trabajadores que se mantienen en el sector.
Marroquín pasó de pagar $8 por un mozo que trabajaba de 6:00 a.m. a 11:00 a.m., a cancelar $10 por el mismo período laborado.
En suma, el costo de algunos productos se ha elevado. Por ejemplo, el quintal del sulfato pasó de costar $13 en 2023 a comercializarse por $17 este año.
El productor aseguró que los $75 de la tarjeta agrícola le beneficiaron, pero que la semilla que el gobierno entregó, hasta 2023, fue una ausencia sensible a su bolsillo, porque este año tuvo que pagar $6 por cada libra que utilizó.
Treminio reconoció que, aunque algunos insumos agrícolas hayan bajado de precio, aún no se encuentran al mismo nivel que en 2021, antes de que la guerra entre Rusia y Ucrania estallara y el costo de estos materiales se disparara.