Ortega y su estrafalaria esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo, llevan años empujando a Nicaragua a una suerte de Corea del Norte tropical, donde los arrebatos demoníacos de la pareja terminan arrasando con todo aquello que no les gusta. De esta manera, han acusado a la UCA de “terrorismo” y ordenaron incautar todos sus bienes materiales tras congelar sus cuentas bancarias.
Los Ortega-Murillo han disuelto 26 universidades privadas. Son claramente enemigos de la educación, del pensamiento libre, de las libertades, de los derechos humanos. La disolución de las universidades ha tenido dos propósitos: centralizar la educación con propósitos de control y hacer de la educación superior un negocio exclusivo de la familia gobernante, enriquecida escandalosamente gracias a la corrupción y las arbitrariedades.
Parece que lo de la UCA es solo el comienzo. Otras congregaciones religiosas que tienen colegios católicos ya han sido amenazadas con la confiscación de sus bienes y la expulsión de sus religiosos. Hay que recordar que Ortega ha encarcelado a un obispo y a varios sacerdotes católicos en una feroz y demoníaca persecución de los religiosos que denuncian las injusticias y abusos de su regimen.