Haití ha vuelto en estos días a las noticias por el caos político, la violencia de las pandillas y la catástrofe humanitaria que enfrenta derivado de todos su problemas históricos. Pero la verdad es que Haití no debería ausentarse de las noticias porque su situación es demasiado dramática.

Desde su independencia en 1804, Haití ha vivido de desgracia en desgracia, el legado esclavista de los franceses provocó una violenta revolución de esclavos y las potencias europeas, temerosas del mal ejemplo, bloquearon económicamente al país que empezó a sufrir una vorágine de emprobecimiento que prevalece hasta hoy.

Su crisis más reciente tiene casi 40 años, concretamente desde 1986 cuando un golpe militar derrocó a Jean Claude Duvalier, el hijo y heredero político de François Duvalier, un médico que se declaró presidente vitalicio del país caribeño 1957 y se quedó en el poder hasta su muerte en 1971.

Desde 1986 solo dos periodos presidenciales han logrado completarse, el resto es una colección de golpes de Estado, ocupaciones extranjeras, catástrofes naturales, conspiraciones políticas, criminalidad excesiva y el abandono total de toda institucionalidad.

Pero su más reciente caos ha ocurrido después del asesinato del presidente Moisse en 2021, a manos de mercenarios colombianos que todavía hoy no se sabe claramente quién los contrató. De ahí se derivó en un empoderamiento de las pandillas, el debilitamiento total del Estado y la consecuente crisis humanitaria.

La gran pregunta es si tiene arreglo Haití y qué tipo de arreglo quieren los haitianos. ¿Será el mundo capaz de ayudarles y salir de su crisis? Esperemos que se encuentre una solución pronta, porque la gente sufre y demasiado.