Un estudio de la firma KPMG revelaba la semana pasada que el 34 % de los directores ejecutivos (CEO) en Centroamérica creen que habrá una recesión económica en los próximos 12 meses, pero esperan que sea “ligera y breve”.

El panorama económico mundial es sombrío para el próximo año y el Fondo Monetario Internacional ha advertido que el 2023 se sentirá como un año de recesión. Las empresas centroamericanas están conscientes de este riesgo, pues un 71 % advierte que, si hay una contracción, el crecimiento del negocio se verá afectado drásticamente para los próximos tres años. De haber una recesión, las empresas regionales creen que afectará el 96 % de sus ganancias previstas para los siguientes 12 meses.

La mitad de las empresas consultadas por la firma señala que para mitigar los posibles impactos en sus operaciones se han congelado las nuevas contrataciones y un 47 % considera reducir la planilla en seis meses.

Lo cierto es que en una economía globalizada y con nuestra conexión estrecha con Estados Unidos, cualquier fenómeno de recesión nos afectará directa o indirectamente. Uno de los efectos de unarecesión económica es la pérdida de empleos, menor seguridad laboral para todos. Por ejemplo, si la demanda en Estados Unidos baja muy probablemente los pedidos en las fábricas salvadoreñas se reducirán y estas se verán obligadas a hacer recortes de plazas.

Este será el tercer año consecutivo de crisis desde el inicio de la pandemia y hay que estar preparados, reducir costos, reducir deudas y ahorrar para tiempos de vacas flacas es lo que nos queda en la economía familiar tan golpeada desde la pandemia y ahora por la elevada inflación. La recesión no es lejana, puede llegar a afectarnos en nuestros hogares.