Una vez más la huella de un salvadoreño aparece en un hecho de trascendencia internacional. Esta vez fue el lamentable deceso del salvadoreño Miguel Luna, un obrero que trabajaba en el puente Francis Scott Key en Baltimore, al momento del accidente que terminó con el colapso de esa majestuosa obra de ingeniería.

Los salvadoreños residentes en Estados Unidos, en su inmensa mayoría, son gente de bien, que aporta positivamente a sus comunidades, que paga sus impuestos, que apoya a sus familias tanto en su lugar de residencia como a sus parientes que han quedado en El Salvador. Ellos han sido un pilar clave, fundamental, en el desarrollo y el progreso de El Salvador.

Por eso es doloroso saber historias como las de Miguel Luna, quien perdió la vida junto a dos mexicanos, dos guatemaltecos y un hondureño durante el accidente. Luna había residido en Maryland por 19 años. Le sobreviven tres hijos.

La noticia de este grupo de latinos muertos en este accidente sacudió a la comunidad hispana en Estados Unidos, en momentos en que líderes políticos como el expresidente Donald Trump, en campaña contra el demócrata Joe Biden por la Casa Blanca, aboga por mayores restricciones a los inmigrantes, a quienes repetidamente tildan de delincuentes que deben ser expulsados del país. Trump ha tenido siempre una retórica xenófoba y racista hacia los trabajadores latinos y el riesgo de su estabilidad laboral y migratoria es enorme si él vuelve al poder.

Los salvadoreños en Estados Unidos destacan en todas las disciplinas, así como sus hijos nacidos allá. Su mérito de adaptarse, crecer y ser ciudadanos ejemplares es enorme y merece el reconocimiento nuestro y de las autoridades estadounidense. Vaya nuestro homenaje a Miguel Luna, un ejemplo de salvadoreño ejemplar y trabajador. Descanse en paz.