Pasada la gran ceremonia de la toma de posesión del presidente Nayib Bukele para su segundo periodo de gobierno, la promesa de mejorar la economía fue claramente el tema que el mandatario destacó en su discurso.

El presidente prometió enfocarse en la economía, darle tratamiento, incluyendo la medicina amarga. Ese tratamiento requiere tiempo, requiere constancia y requiere metodología, como todo proceso exitoso en la vida personal y en la vida pública.

Evidentemente mejorar la economía requiere la atracción de inversiones de parte de empresarios nacionales y extranjeros que apuestan al país para instalar o ampliar sus empresas. Esos empresarios requieren de un clima de negocios con reglas claras, predictibilidad y certidumbre. También requieren mejorar la tramitología y los procedimientos que faciliten el funcionamiento de los negocios.

Atraer inversiones requiere no solo mantener y seguir trabajando por la seguridad pública que ha mejorado notablemente en el primer quinquenio de Bukele, sino también por la seguridad jurídica. Será necesario ajustar leyes y reglamentos también, mejorar la transparencia a la hora de hacer negocios con el Estado.

Mejorar la educación, el acceso al idioma inglés y la digitalización de toda la sociedad son también claves para un futuro económico próspero. El país necesita mejorar la economía y su producción agropecuaria no solo para reducir los precios de los alimentos, sino para ser autosuficientes y no sufrir tanto los vaivenes de la economía mundial que provocan los conflictos internacionales.

La tarea es titánica y ciertamente muchas veces habrá que tomar medicina amarga, pero necesita el concurso de todos los salvadoreños que merecen cumplir sus sueños y metas aquí y dejar de seguir pensando en migrar y no volver, un ciclo que nos ha hecho perder tantos talentos que hoy brillan en otros países. El esfuerzo valdrá la pena.