La esperanza de los venezolanos de recuperar la democracia sufrió un nuevo tropiezo el domingo con la proclamación de Nicolás Maduro como ganador de una elección que ha terminado de manera sumamente cuestionable y cargada de irregularidades.

Importantes líderes de la comunidad internacional ya adelantaron que no reconocerán la victoria de Maduro, que además es bastante pírrica en los números anunciados por sus subalternos del Consejo Nacional Electoral.

Lo que ocurrió el domingo fue una sumatoria de irregularidades que burló descaradamente la voluntad popular y las esperanzas de cambio de las mayorías.

Las consecuencias de esta tragedia seguiremos sufriéndola en toda América Latina. El chavismo seguirá financiando aventuras políticas como la que hizo en El Salvador con el FMLN y apoyando dictaduras como la de Daniel Ortega en Nicaragua. Pero además, veremos incrementar la terrible ola migratoria que ha llevado a más de siete millones de venezolanos a huir de su país.

La prolongación de la dictadura venezolana no es buena para Venezuela y no será buena jamás para el resto de América Latina. Esperemos que ese noble pueblo logre encontrar una ruta para acabar con esta barbarie.