Los cuerpos de siete salvadoreños muertos en un incendio en un centro de internamiento de migrantes en el norte de México llegaron el fin de semana, parte de un grupo de 40 migrantes fallecidos en un oscuro incidente que amerita ser investigado a profundidad y sus responsables castigados como se merecen.

El gobierno mexicano -y en especial su presidente- suele llenarse de una retórica que siempre busca responsabilizar a otros de los hechos. De manera que el gobierno salvadoreño, tal como lo ha hecho, debe seguir demandando una investigación y la renuncia de los responsables de la migración mexicana, para que este hecho no quede en la impunidad y tampoco quede en el olvido. Es lo menos que se merecen las víctimas.

Según el primer balance oficial, durante el siniestro -ocurrido el pasado 27 de marzo- fallecieron 40 personas: 18 guatemaltecos, siete salvadoreños, siete venezolanos, seis hondureños y un colombiano. Además, no han precisado la nacionalidad de otro más.

Autoridades mexicanas confirmaron la semana pasada la captura del migrante señalado de provocar el incendio, quien fue detenido junto a otras cuatro personas: tres de ellas funcionarios del Instituto Nacional de Migración (INM) y un vigilante privado. El sexto sospechoso, acusado por la fiscalía, es otro guardia privado que permanece prófugo.

El vídeo que muestra la negligencia de los custodios mexicanos del INM es una muestra de cómo se desprecia la vida de los migrantes centroamericanos por parte de algunas autoridades de ese país y eso es algo indignante que no puede dejar de señalarse ni olvidarse.