"Un buen padre vale por cien maestros", decía el filósofo francés Jean-Jacques Rousseau. Y ese es el nivel de importancia que tiene la paternidad. Un niño necesita un padre que le muestre cómo estar en el mundo. Pero un padre no es solo el que da la vida, eso sería demasiado fácil, un padre es el que da amor, que lo guía durante la vida.
La paternidad es una enorme responsabilidad, no solo por la satisfacción de las necesidades económicas de los hijos, sino por el ejemplo que hay que darles, el amor que hay que expresar, la orientación, el compartir ideales, intereses, sueños en común.
En una realidad con profundos problemas sociales, con valores morales debilitados y con un profundo desprecio por la vida y el respeto a los demás, el papel de los padres hacia sus hijos es fundamental. Orientar en los valores más profundos del respeto a la vida, en la construcción del niño al hombre para convertirlos en seres de bien, es una tarea titánica que requiere de una dedicación permanente.
Desafortunadamente muchos hombres en El Salvador han abandonado a sus hijos no solo en sus necesidades económicas, sino también en la atención que merecen. De ahí que los hijos busquen a las pandillas como mecanismo de sustitución psicológica de la paternidad ausente.
Este día del padre hay que hacer un reconocimiento a aquellos que han asumido con responsabilidad su paternidad, así como a aquellas mujeres que, siendo madres solteras, han sido padres y madres de sus hijos. El país necesita de mejores padres para tener mejores hijos. Un enorme desafío para tener una sociedad mejor.