La Fundación Humanitaria para Gaza (GHF, por sus siglas en inglés), organización estadounidense encargada de distribuir alimentos en la Franja desde mayo, anunció este lunes el fin de sus operaciones, tras ser blanco de fuertes críticas por parte de organismos internacionales y de la población palestina.
En un comunicado, la GHF argumentó que su misión "ayudó a sentar las bases para el alto el fuego y el futuro de Gaza", y afirmó que la decisión responde al nuevo escenario humanitario impulsado por agencias de la ONU y la comunidad internacional.
La GHF, conformada por exmilitares de Estados Unidos, empresas de seguridad privada y operadores humanitarios, fue señalada por Naciones Unidas por no cumplir los principios del derecho internacional humanitario. Sus operaciones generaron desorden en la distribución de alimentos y escenas violentas en los centros de reparto.
Desde su llegada, la organización instaló tres centros en el sur de Gaza y uno en el centro, en sustitución de 200 puntos de distribución gestionados por la ONU. Sin embargo, su capacidad resultó insuficiente para cubrir las necesidades de la población, lo que derivó en una hambruna declarada por organismos avalados por Naciones Unidas durante el verano.
Según datos de la ONU, más de 2,100 palestinos murieron desde el 7 de octubre de 2023 cuando buscaban ayuda humanitaria. Varias de esas víctimas se encontraban cerca de los centros de la GHF o en camino hacia ellos.
El director ejecutivo de la fundación, John Acree, justificó la salida afirmando que “con la creación del Centro de Coordinación Civil-Militar para Gaza y un renovado compromiso de la comunidad humanitaria internacional”, era el momento adecuado para poner fin a su labor.
En su informe de impacto, la GHF calificó su operación como "récord", asegurando haber repartido más de 3 millones de cajas de comida, equivalentes a 187 millones de comidas, además de distribuir más de 5,600 toneladas de papas, 1,300 de cebollas y 1.1 millones de suplementos alimenticios para niños desnutridos.
La organización señaló que respondió a un “llamado del presidente Donald Trump” para entregar ayuda directamente a los civiles, sin interferencia de Hamás ni de otros actores, mediante un modelo basado en “sitios seguros, personal local verificado y operaciones disciplinadas”.
Sin embargo, la ausencia de mecanismos de verificación independientes y su reemplazo de las agencias tradicionales de ayuda como la ONU, generaron fuerte desconfianza y controversia. La Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) reportó recientemente que a todas sus misiones destinadas a recoger cargamentos en el cruce de Kerem Shalom se les negó el acceso el 22 de noviembre.
La GHF reconoció que llegó como una solución temporal, con planes de expansión que nunca se concretaron. Su retirada se produjo después del alto el fuego más reciente, momento en que las tareas humanitarias fueron retomadas por agencias especializadas de Naciones Unidas.
