El espectáculo que pone a Río de Janeiro y sus "escolas" de samba bajo los focos del mundo deleitó a cerca de 70 mil asistentes y millones más que lo siguieron por televisión.
Las doce escuelas de samba que se disputan el honor de ser la mejor entre las mejores llegan aquí tras un año de arduo trabajo, miles de horas de ensayo y mucha mística y amor por el carnaval.
Salgueiro, una de ellas, homenajeó al pueblo yanomami, que vive una crisis humanitaria por la destrucción de su hábitat en el norte de Brasil.
Árboles cortados de los que brotaba "sangre" abrieron paso a una figura monumental de un yanomami rodeada de bailarines con flores y plumas. "Salve a los pueblos originarios", declamó el cantante.
"Aprendí portugués, el idioma del opresor, para demostrarte que mi penar también es tu dolor / Hablar de amor mientras la selva llora es una pelea sin flechas de la boca hacia afuera", cantaron todos.
La minería de oro ilegal hace estragos en esta comunidad, cuyos miembros padecen desnutrición, malaria y enfermedades respiratorias. Además, son amenazados y asesinados por enfrentarse a los "garimpeiros".
La situación llevó en enero al presidente izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva a desplegar de manera permanente las fuerzas de seguridad.
"Vinimos a mostrar lo que está pasando en la Amazonía, cómo está la deforestación, cómo está siendo tratado el pueblo yanomami (...) Hay niños, personas muriendo, y animales muriendo, están quemando la selva", dijo Kevin Rodriguis, de 22 años, tras descender en grúa de un carro alegórico de Salgueiro al final del desfile.
Salgueiro recordó también al periodista británico Dom Phillips y el indigenista brasileño Bruno Pereira, asesinados en la Amazonía en 2022 mientras investigaban crímenes ambientales.
La escuela Grande Rio, por su parte, representó la "creación del mundo" según el mito tupinambá, otro pueblo indígena brasileño.
Incidente de apertura.
La apertura estuvo a cargo de Porto da Pedra, la "escola" del empobrecido barrio de Sao Gonçalo, en los suburbios de Rio.
"Es la fiesta de todos. Son personas que tienen vidas muy difíciles, personas marginadas, y por un día son el centro de atención, son la postal del país", dijo a la AFP Josiane Moraes de Souza, una asistente social de 52 años y residente de Sao Gonçalo.
Pero un incidente ensombreció su actuación: uno de sus carros alegóricos tuvo dificultades para avanzar. Después de unos minutos de revuelo y empujado por decenas de hombres, logró continuar su camino.
Un mujer resultó herida leve en una pierna, según los servicios sanitarios de la alcaldía de Rio.
El incidente, habitual en los desfiles, restará puntos a la agrupación, minuciosamente evaluada por los jurados.
Cada escuela cuenta con unos 3.000 participantes, para quienes entrar en el Sambódromo es un sueño hecho realidad.
"Es una emoción que no sé cómo explicar, un sentimiento muy fuerte", confirma Nelson Firmino, un "ritmista" de Porto da Pedra, de 30 años.
Tensión política y fiesta.
Mientras transcurren los suntuosos festejos, Brasil vive momentos de tensión política, después de que el expresidente ultraderechista Jair Bolsonaro fue objeto de una operación policial el jueves por su supuesta participación en un plan de intento de golpe de Estado antes de las elecciones de octubre de 2022.
En esos comicios, perdió frente a Lula.
Pero Rio vela por que su principal símbolo de identidad se realice sin sobresaltos. Este año, las autoridades locales estimaron que el carnaval moverá unos 5 mil millones de reales (mil millones de dólares) en la economía local, casi 20 % más que el año pasado.
Fuera del Sambódromo, las calles hierven de gente que festeja en los "blocos", las comparsas musicales que circulan por las zonas opulentas plenas de turistas y los barrios populares.
En el elegante vecindario de Ipanema, conocido por su mítica playa, un "bloco" atrajo a una multitud colorida, con creativos disfraces y felizmente borracha, que rindió homenaje a la lingüista brasileña Conceiçao Evaristo.
Para la ocasión, la conocida escritora negra escribió en el diario O Globo sobre el carnaval y su país marcado por las desigualdades: "Que este momento de celebración transforme, o que pueda traducir las relaciones sociales, económicas y políticas en la vida cotidiana del brasileño, y que todos sean incluidos, no por una ciudadanía lúdica, sino por una ciudadanía de derechos".