La sala de exposiciones artísticas del aeropuerto Oscar Arnulfo Romero acoge la exposición pictórica de una de las más reconocidas pintoras y gestoras culturales que ha tenido El Salvador, Julia Díaz.

En las obras de Díaz se logra apreciar la reinvención, el empoderamiento, la tenacidad y la valentía de género plástico.

La exposición está formada por objetos personales de la artista y quince obras, entre las que se cuentan dos que pertenecen a la Colección Nacional de Artes, explicó la curadora de la muestra y directora nacional de Museos y Salas de Exposición, Astrid Bahamond.

"La obra pictórica de la artista salvadoreña refleja una conciencia social, natural, vívida, porque en su obra reivindica los derechos humanos, a las niñas desprotegidas y a las madres independientes", agregó la Dra. Bahamond.


“La obra de Julia Díaz es dolorosa y está construida con imágenes inquietantes, figuras y rostros que proceden de distintos tipos étnicos, en las que puede apreciarse el resultado de los 10 años de educación al lado del maestro (Valero) Lecha, así como la influencia multicultural obtenida gracias a su estancia en el viejo continente”, apuntó Bahamond.

La inauguración tuvo lugar ayer martes 1 de marzo, como parte de las actividades en el marco del Día Internacional y Nacional de la Mujer llevados a cabo por el ministerio de Cultura.

Fotografía de Julia Díaz
Fotografía de Julia Díaz



La artista nació en la ciudad de Cojutepeque, en 1917, y fue alumna aventajada del maestro español Valero Lecha. Tenía 21 años cuando empezó su formación en artes junto al maestro español, quien creó escuela en las artes visuales nacionales.

Díaz estudió junto a sus contemporáneos Noé Canjura y Raúl Elas Reyes, viajó becada por el Gobierno para estudiar en la Academia Julien de París, Francia, lo que le posibilitó breves estancias en Alemania, Bélgica y Holanda.

Contra toda adversidad, la artista creó en 1958 la primera galería de arte salvadoreña con el nombre de Galería Forma. Dos terremotos desmoronaron literalmente su proyecto, pero desde 1986 su sueño sobrevive en la sede del Patronato Pro Patrimonio Cultural, en las cercanías del monumento al Divino Salvador del Mundo.

Su arte recorrió diversos escenarios en ciudades cosmopolitas como Sao Paulo, París y Madrid.