Centenares de fans de Taylor Swift se congregaron el jueves en Viena para consolarse de la anulación de los tres conciertos que la superestrella estadounidense debía dar esta semana en la capital austríaca pero que fueron cancelados por riesgo de atentado.

Los cantos resonaban en la pequeña calle Corneliusgasse de Viena, popular entre las "swifties" debido a que su nombre recuerda al de uno de las canciones de la artista, "Cornelia Street".


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La víspera, los fans recibieron la inesperada noticia de la anulación de tres conciertos de Taylor Swift, al tiempo que las autoridades anunciaron que habían frustrado un atentado suicida planeado por un islamista, sospechoso de querer provocar un baño de sangre en el interior del estadio.

"Al principio no me lo creía, y cuando comprendí que era verdad me sentí destrozada", contó a AFP Veronika Dubkova, que viajó desde República Checa para asistir a uno de los conciertos.

Esta estudiante de 23 años decidió colgar sus pulseras de la amistad, que los swifties elaboran para intercambiar durante los espectáculos, en uno de los árboles de la calle, afirmando sentir un "sentimiento de conexión" y de "solidaridad" con los demás fans.

Algunos viajaron desde incluso más lejos, como Dilyara Joldasova, ingeniera de 23 años oriunda de Kazajistán que llegó el lunes a Viena, ciudad de la que guardara un recuerdo marcado por la "tristeza".


La joven disfrutaba en el parque de atracciones de Prater cuando "todo se volvió gris", declaró con "el corazón roto".

Pero "la seguridad es prioritaria", añadió, aliviada por que todo el mundo esté a salvo y "tranquila" gracias al buen ambiente en la comunidad.

Las animaciones previstas en paralelo a los conciertos se mantuvieron, con patrullas policiales y medidas de seguridad reforzadas.

Museos y hamburguesas gratis

A pesar de la decepción, todos los swifties entrevistados aseguraron entender la decisión tomada por los organizadores de acuerdo con la superestrella.

"No puedo imaginarme la situación si el ataque se hubiera producido y si hubiese acabado contando como sobrevivimos. Bueno, si hubiéramos sobrevivido", indicó en Budapest Bernadett Bordas, "frustrada y enfadada" con quienes pudieron urdir semejante plan.

Esta empleada húngara de 26 años, que vive cerca de la frontera con Ucrania y debía viajar al concierto en autobús con su hermana, llevaba esperando el evento "más de diez años". A medida que se acercaba la fecha, "contaba los días, viendo todos los conciertos una y otra vez en internet".

Su compatriota David Banyai, recién licenciado, ya estaba en Viena tras seis horas de viaje en tren.

Después de una visita obligada a Corneliusgasse, comprar productos de la artista en el estadio y arreglarse, este fan estaba listo para el espectáculo, pero le cayó un jarro de agua fría.

"Admito que tenía un poco de miedo porque ya había oído hablar de otros ataques islamistas en conciertos", explicó, en referencia a la explosión de una bomba tras un concierto de la estrella del pop Ariana Grande en Mánchester en 2017, o al atentado de noviembre de 2015 en la sala parisina Bataclan.



Taylor Swift concluirá el 20 de agosto en Londres su gira europea, con todas las entradas agotadas, y estos fans no saben si algún día podrán ver en directo a su ídolo, que aún no hizo ninguna declaración.

Mientras tanto, los habitantes de Viena los están cuidando bien: una cadena de restaurantes ofrece una hamburguesa a quien tenga una entrada para los conciertos y varios museos ofrecen entrada gratuita hasta el domingo.

Unas 170.000 personas debían asistir a los conciertos en Austria y se calculaba que el evento generaría unos 100 millones de euros (109 millones de dólares), según cifras proporcionadas por la agencia de noticias APA.