"¡Se acabó eso de las abuelitas sentadas sin hacer nada!", exclama Brigitte Hrdlicka, de 63 años, ocupada con los últimos retoques antes del espectacular desfile de jubiladas en la Semana de la Moda de Viena.

Con paso firme y actitud altiva, estas modelos por un día, de entre 60 y más de 80 años, desfilaron el martes en la pasarela, que fue la culminación de un proyecto inédito en Austria.

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"Tenemos muchas cosas que mostrar", explica esta exempleada del sector hospitalario, inclinada sobre su máquina de coser, rodeada de percheros llenos de telas multicolores, confeccionadas a partir de materiales de segunda mano.

Para adquirir experiencia las aprendices, que diseñan todo desde cero, incluso los bocetos, recibieron creaciones únicas de cuatro marcas vienesas, encantadas de asociarse con la iniciativa.

Como consejera contaron con la ayuda de Irina Reichel, quien lleva varios años impartiendo talleres de costura en clubes de jubilados de la ciudad, y este año tuvo la idea de entrar en el restringido sector de la moda.

"Hacer desfilar a estas diez damas es tomar una posición contra el edadismo y a favor de la inclusión social. ¡Miren cómo brillan de alegría y de placer!", declara con una sonrisa, señalando a las participantes, cada una más elegante que la otra.

Diversidad

Con alfombra roja, cócteles y aperitivos el desfile no tiene nada que envidiar a los de otras casas de moda en la ciudad natal del famoso diseñador Helmut Lang.

Solo que aquí las modelos lucen sus propias creaciones, con una sonrisa de oreja a oreja, cada una mostrando su personalidad única.

Vestidos de gala, estampado de leopardo, rayas marineras e incluso un vestido de novia naranja como punto culminante, hay para todos los gustos y tallas.

"'Quiero ser como ellas a su edad'. Eso es lo que dicen las más jóvenes", comenta Zigi Mueller Matyas, responsable de la Fashion Week, destacando la evolución del mundo de la moda hacia una mayor diversidad.

Entre el público Verena Heger, jubilada desde hace dos años, califica la iniciativa como "fantástica".



"¡No es porque tengamos más de 60 años que hacemos cosas anticuadas!", insiste.

"La modernidad no tiene edad", destaca, mientras una deslumbrante septuagenaria, con el cabello corto y pelirrojo, avanza entre los aplausos vistiendo una blusa transparente que deja ver un sostén negro.