En 1824, los miembros de la comunidad musical de Viena (Austria) enviaron una carta al compositor alemán Ludwig van Beethoven (1770-1827) para que reconsiderara estrenar su última sinfonía en la capital austríaca.

Beethoven vivía en Viena desde 1792, cuando dejó su país para dedicarse a la música. El pianista no aparecía ante el público desde hacía 12 años, pero se sintió conmovido por el sentimiento de la carta y aceptó estrenar su nueva obra, la Sinfonía nº 9 en re menor, en la Viena. El estreno tuvo lugar exactamente hace 200 años: el 7 de mayo de 1824, en el teatro Kärntnertor.

Durante toda la representación, Beethoven estuvo en el escenario, de espaldas al público, según describe Maynard Solomon en su biografía del artista, mismo que insistió en dirigir la sinfonía desde un atril. El director del concierto, Michael Umlauf, había dado instrucciones a los músicos –una orquesta y un coro vieneses– para que ignoraran a Beethoven, que estaba totalmente sordo y con quien teóricamente no se podía contar para llevar el compás.

La interpretación fue interrumpida varias veces por los aplausos de los aproximadamente 2 mil asistentes, pero Beethoven no pudo oír la reacción. Según reseña el National Geographic, el compositor “se lanzó de un lado a otro como un loco” y se retrasó varios compases.


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