La ideología de género o, mejor dicho, “género ideológico”, constituye una amenaza ya que es más peligrosa que la ideología marxista y comunista, porque rompe toda la visión antropológica de lo que es el hombre según la obra de Dios creador. Por esto, no se puede estar abierto a esta ideología que es profundamente contraria a Dios creador y contraria a todo aquello que Cristo mismo nos ha enseñado. Es una lucha contra el hombre y su dignidad que apunta a Cristo mismo cuando, gracias a Él, a su vida, a su Evangelio, a aquello que enseñaba, nos ha dado la visión del hombre como tal, de su dignidad, de su propósito último.

El Arzobispo Mons. Marek Jedrasewski, subrayó en una intervención que “si el mundo hoy está contra el hombre está al mismo tiempo contra Jesucristo” … el prelado añadió, “si alguien quiere combatir a Jesús y eliminarlo de la vida social, entonces es un enemigo del hombre”. El Secretario del Vaticano para las Relaciones con los Estados, Mons. Paul Richard Gallagher, denunció meses atrás ante Asamblea General de las Naciones Unidas, la presencia en varios organismos de la ONU de la ideología que ignora a los niños no nacidos, a los enfermos y a los discapacitados por considerarlos “prescindibles”. Ciertamente, debemos estar preocupados por la interpretación cada vez más limitada del derecho a la vida, tanto a nivel nacional como en los tratados y mecanismos en defensa de los derechos humanos. Esta tendencia se evidencia de forma particular en la corriente del discurso de derechos humanos que se niega a reconocer el valor inherente y dignidad de la vida humana en todas las etapas, en su inicio, desarrollo y fin. Así, denunció Gallagher, que “esa ideología presente, desafortunadamente, en varios de los organismos del entramado de derechos humanos de la ONU, conduce a graves desigualdades e injusticias, a menudo ignorando a los niños que se encuentran en el útero y tratando las vidas de las personas mayores y con discapacidades como si fueran prescindibles, o como una carga para la sociedad”.

El mundo necesita recuperar una visión global de la persona humana, la dignidad humana y los derechos humanos, ya que cualquier visión reduccionista de la persona humana inevitablemente deshumaniza y excluye de forma efectiva a determinadas personas de su permanencia a la raza humana, abriendo así caminos a la desigualdad, a la injusticia y al daño. Es Dios quien ha creado al hombre masculino y femenino. La ideología de género, al contrario, hace todo lo posible para cancelar las diferencias entre hombre y mujer, lo que ya es un absurdo desde el punto de vista biológico.

La ideología de género es una corriente que considera que el sexo no es una realidad biológica, sino una construcción socio-cultural que diversos gobiernos intentan imponer a través de la educación de los niños y jóvenes. La ideología de género, que mejor podría llamarse “género ideológico”, ha ido transformando el ordenamiento jurídico en muchos países, anteponiendo sus planteamientos ideológicos y demandas históricas a la resolución de los problemas reales existentes. Por “género ideológico”, en un sentido amplio, entendemos un sistema de pensamiento que postula esencialmente que las diferencias entre hombre y mujer no corresponden a la naturaleza, sino que son construcciones meramente culturales o convencionales hechas según los roles o estereotipos que cada sociedad asigna a los sexos. Dicha ideología pretende dar una interpretación total de la realidad, de la sociedad y de la historia. Afirma que no existen sexos sino roles. Está llegando a ser un sistema omnicomprensivo y enormemente influyente en nuestra cultura. Se confronta con el concepto de persona que nos traslada nuestra tradición cristiana. La ideología de género es contraria los pilares básicos de nuestra cultura, opera sobre una realidad inexistente y bajo unos fundamentos falsos y tiene la pretensión de disolver, haciéndolas irreconocibles, instituciones que son escuela de realidad, como son el matrimonio y la familia.