Desde tempranas horas, cientos de católicos acompañaron la procesión de Domingo de Ramos, que según las escrituras bíblicas representa a Jesús de Nazaret entrando triunfalmente a Jerusalén montado en un asno, mientras los fieles le recibían con ramos de olivo y de palma, manifestandole que él era el Mesías.
Tras la procesión, los feligreses abarrotaron la solemne misa en Catedral Metropolitana de San Salvador, presidida por el arzobispo de San Salvador, José Luis Escobar Alas, donde el jerarca católico explicó a los feligreses el evangelio que relatan la vida, pasión, muerte y resurrección de Cristo.
“Estamos celebrando ya la Semana Santa en su primer día, el Domingo de Palmas o Domingo de Ramos, la Semana Santa es la celebración o mejor dicho la actualización del misterio Pascual”, explicó el Arzobispo de San Salvador, José Luis Escobar Alas.
Para María de Jesús Paredes, de 82 años de edad, quién viajó desde Jacinto a San Salvador para escuchar la misa, la importancia de vivir con devoción la Semana Mayor es “recordar a nuestro señor Jesucristo que murió por nosotros”. “Con fe y esperanza sabemos que no nos deja sin su protección. Es importante venir a llenarnos de esperanza con la palabra del señor, y tener presente todo lo que pasó por nosotros”, explicó Paredes.
Rosa Martínez, otra fiel creyente, explicó que la Semana Santa debe de ser un tiempo para reflexionar acerca de las actitudes hacia las demás personas.
Este tiempo santo es un tiempo especial para crecer en fe, para acercarnos más al señor, para vivir los misterios de la pasión de Cristo". José Luis Escobar Alas, arzobispo de San Salvador
“Meditar y orar”.
Monseñor Alas explicó que la Semana Mayor debe de ser un tiempo especial para crecer la fe y vivir los misterios de la pasión de Cristo.“Da mucha tristeza ver cómo la sociedad de consumo aprovecha el tiempo santo para hacerlo un tiempo de pecado, le llaman a Semana Santa ‘vacaciones de verano’ y todo lo que eso significa con una propaganda que no quiero describir... de exhibicionismo, de sensualismo, de pecado”, dijo.
Agregó que “no es un tiempo para divertirnos, para ir a las playas, bailes, grandes comilonas” sino para “para ayunar, meditar y orar”.