En un ambiente de alegría, danzas fol­klóricas y música, al menos unas 100 personas llegaron al mercado de artesanías para celebrar con fervor, un año más el Día de la Cruz.

Ayer, desde temprano, con sonrisas en sus rostros, niños, adolescentes y adultos llevaron hasta el altar mangos, jocotes, piñas, mandarinas, coyoles, naranjas, cocos, guineos y semillas paternas para agradecer por todos los cultivos que la tierra permitió que dieran frutos el año anterior y para pedir prosperidad en las próximas siembras.



“Nosotros traemos estas frutas como ofrendas en el Día de la Cruz porque estamos agradecidos, sabemos que esta tradición poco a poco ha venido cambiando; antes hacía­mos tamales, pero al final, siempre debemos dar gracias a la tierra y a Dios”, dice Delia Rivas, quien viajó desde Los Planes de Renderos para festejar con su familia otro 3 mayo.

A pesar de estar bajo un fuerte sol, los presentes hicieron fila para elegir una o dos frutas de los canastos, luego caminaron hacia la cruz para hacer una reverencia y retirarse del lugar comiendo o cargando entre sus manos el fruto de su preferencia.