Una puerta de avión puede significar el inicio de una gran aventura o una oportunidad, también cumplir el sueño de volar, sin embargo, puede significar el final de una travesía y el inicio de una pesadilla.

Eso significó la puerta de un avión que la mañana del miércoles 15 de noviembre regresó a Guatemala, desde un aeropuerto privado en Harlingen, Texas, Estados Unidos, donde 132 migrantes, en su mayoría hombres y mujeres entre los 20 y 45 años de edad recibieron una orden de deportación de juez, porque no cumplían los méritos para quedarse en ese país.

Llegaron de forma irregular, fueron detenidos por la Patrulla Fronteriza y permanecieron en uno de los centros de detención de la zona, hasta ser procesados en una corte migratoria y recibir la orden de un juez, de abandonar el país donde pretendían cumplir sus sueños.

Tres buses aparcaron en la pista de aterrizaje del aeropuerto, mientras el primer grupo de hombres esposados de pies y manos bajaban de él. Zapatos sin cintas, mascarilla en rostro, un pantalón, un suéter y su orden de deportación, eran las únicas pertenencias que subirían con ellos al avión que los retornó a Guatemala. Los siguieron un pequeño grupo de mujeres y al menos unos cuatro o cinco hombres y mujeres con menores de edad, entre los 13 y cuatro años de edad. La única diferencia era que estos no llevaban esposas.

Las consecuencias de migrar irregular.

El director de la oficina del distrito del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) de Estados Unidos, en Herlingen, Texas, Miguel Vergara, explicó que todos los casos de migrantes son distintos, pero su ingreso irregular les hace acreedores de una deportación, sino existe un mérito de peso.

Todos los migrantes irregulares pueden optar por una orden rápida de deportación, y si el caso no llega a la corte, puede estar exenta de un castigo de cinco años para ingresar legalmente a Estados Unidos, pero si un juez ordena la deportación, el castigo podría ir desde los cinco años de prohibición para entrar a ese país e incrementar si es reiterado.

132 guatemaltecos fueron devueltos a su país en un vuelo, el miércoles anterior, desde Herlingen, Texas. / Iliana Cornejo
132 guatemaltecos fueron devueltos a su país en un vuelo, el miércoles anterior, desde Herlingen, Texas. / Iliana Cornejo



“Si la persona va frente a un juez de migración, que es bastante frecuente, entonces son 10 años (de prohibición para llegar a EE.UU.); si la persona regresa dentro de esos cinco o 10 años sin permiso, trata de entrar a Estados Unidos ya sea por la frontera o entrando ilegalmente, entonces esa orden de deportación se restituye y la prohibición ahora es de 20 años”, explicó Vergara.

A la espera.

Port Isabel está a 400 kilómetros de Browsville, la ciudad del sur tejano más próxima a Matamoros, Tamaulipas, México, donde más de 1,000 migrantes aguardan el día en que un juez de migración estadounidense escuche por qué ellos quieren quedarse en el país norteamericano.

Los migrantes se distinguen por sus uniformes con “PIDC” en el pecho, las siglas de Port Isabel Detention Center y sus situaciones pueden distinguirse por los colores de los uniformes que utilizan: azul, si es la primera vez que llegan irregularmente a Estados Unidos; anaranjado, si es una reincidencia o rojo, si tienen un historial criminal en ese país o en sus lugares de origen.

Los encargados del centro afirman que los detenidos tienen atención en salud, alimentación, comunicación con su familia, citas con los jueces de migración, dos horas de recreación al día, y pueden pagar fianzas, si el caso lo amerita.

La encargada del centro de salud de Port Isabel, la teniente Cabello, aseguró que en su mayoría tienen casos de tuberculosis e influenza, a quienes tienen en observación mientras se recuperan.

Port Isabel es vigilado por 400 cámaras de seguridad, 90 oficiales y rodeado por un amplio terreno donde al salir se pierde el rumbo. Más de alguno ha intentado escaparse sin éxito, afirman. Hasta la semana anterior, este centro de detención tenía 1,072 personas que esperaban audiencia, para escuchar si serían deportados, como los guatemaltecos del aeropuerto de Herlingen.

El dato

Un migrante puede recibir una prohibición de entrar a EE.UU. por cinco años, si es la primera vez que llega de forma irregular, pero si lo intenta, ésta sube a 10 y hasta 20 años de castigo en una tercera vez.