El primer mural que hizo Claudia Esther Cañadas Hernández fue en la pared de su casa, en Santa Tecla, con el labial rojo de su mamá antes de los 3 años, una premonición del arte que años más tarde se convertirían en revitalizadores de espacios en centros escolares.

Apasionada por el arte, Claudia es la creadora de Estilos Klehr y desde hace 13 años se dedica al rescate de espacios, principalmente en centros escolares. Aunque tenía estudios en arquitectura, su amor por el muralismo inició como voluntaria de la organización Glasswing.

Quienes la llevaron sabía que “podía dibujar”. “Había que hacer murales, y no me explicaron cómo y me entusiasmé; no me explicaron que solo era el trazo y yo haciendo efectos de sombra, técnicas de dibujo. Cuando me llegaron a traer me dijeron: ‘¡Nombre Claudia!, está lindo, pero así no era, era el muy trazo”, recuerda con humor la anécdota.

La artista relata que ahí aprendió la importancia de la revitalización de espacios, recordando a sus docentes. “Ahí aprendí la importancia del ‘Extreme Makeover’, que es el cambio extremo a través de la revitalización, el impacto que tiene es que los niños sienten más ganas de estar ahí. Cuando yo estaba en las materias de la evolución de la arquitectura, a nosotros nos hablaban de los distintos estilos arquitectónicos y yo me acordaba que nos decían los arquitectos que era tan importante un buen diseño en un espacio”, rememora Cañadas Hernández.

Con la organización lideró equipos de voluntariado que le permitió revitalizar espacios en cientos de escuelas de zonas rurales y de alta peligrosidad en el país.

En los proyectos de revitalización también participan las familias de los estudiantes de los centros escolares, y esto permite que muchos niños encuentren su gusto por el arte, señala la artista.

“Yo descubrí que el impacto que tenía era muy bueno, los niños del cantón llegaban, me abrazaban y me decían: ‘Gracias por venir, gracias por hacer lo que está haciendo’, y se empezaron a involucrar las familias junto con el voluntariado corporativo. Así muchos descubrían sus dotes, que traían para el dibujo y para la pintura”, sostuvo.

Así lucía la pared de la escuela Nicolás J. Bran antes de la revitalización. / Cortesía
Así lucía la pared de la escuela Nicolás J. Bran antes de la revitalización. / Cortesía

Llort y el gusto por la cultura.

Claudia explicó que en sus murales siempre ha puesto un toque cultural y que sus diseños tienen mucha influencia de las obras del artista salvadoreño Fernando Llort. “Fue mi inspiración, porque sus trazos me gustan y sus diseños, empecé a verlos y empecé a sacar composiciones de Fernando Llort.

Tengo un montón de diseños con base a Fernando Llort. ¿Por qué me gustan sus composiciones? Porque él maneja lo precolombino”, dijo.

Sin embargo, fue después de la pandemia que decidió su enfoque por manifestar la cultura indígena en sus pinturas. Esto surgió con su pintura El Renacimiento, hecha en una de las paredes de su casa, al lograr recuperarse de un accidente de tránsito que la dejó inmóvil durante varios meses.

Posteriormente, nació otra de sus pinturas, El Anhelo de Atlacatl, que fue pintado en el Centro Escolar Nicolás J. Bran, en la colonia 3 de Mayo, de San Salvador, donde revitalizó uno de los patios de la escuela, inspirada en el orgullo de los antepasados en suelo salvadoreño.

Hernández junto a su mural “El Renacimiento”. / Emerson del Cid
Hernández junto a su mural “El Renacimiento”. / Emerson del Cid



Según maestros y personal administrativo de la escuela Nicolás J. Bran, el lugar del mural era una zona no visitada por los alumnos y después se convirtió en un lugar de juego y esparcimiento.

“En arquitectura se maneja el carácter de un lugar, para qué está dedicado un lugar, este lugar ¿qué es?, una cafetería, un hospital, un centro escolar, ¿para qué?, tiene que ser funcional, pero tiene que tener arte, tiene que hablar, tiene que ser una respuesta de la necesidad de la gente”, manifiesta la artista.

Cañadas Hernández creó su portafolio en la plataforma de Instagram @estilosklehr, donde muestra y comparte su arte, el cual, reconoce que es una forma de homenajear a su madre, Celia Hernández, quien también tenía el gusto por dibujar.