En el Polideportivo Carlos “El Famoso Hernández”, en Soyapango, la pasión por el fútbol revive los martes y jueves cuando más de 55 jugadores de la tercera edad corren, patean el balón y gritan goles, demostrando que para el deporte no hay edad; los adultos mayores, que rondan entre los 60 y 84 años, disfrutan sus mañanas en una rejuvenecedora forma en las canchas.

Este grupo de deportistas conforma el equipo de la Fundación Salvadoreña de la Tercera Edad (Fusate), un programa iniciado desde hace 28 años, según el doctor Mario Hernández.

“Para que los adultos mayores que se habían dedicado al futbol pudieran tener su espacio y poder jugar sanamente, eso ha sumado a muchas otras personas mayores que gustan del fútbol, además que, cuando los ven jugar y los ven relativamente sanos hace que otros, que tal vez nunca jugaron de manera profesional, se sumen”, relató el doctor Mario Hernández, de Fusate.

Los conocidos en Soyapango como la “Edad Dorada” han llegado a competir a nivel nacional con otros equipos de la tercera edad, ganando trofeos en torneos. Según el doctor Hernández, este tipo de actividades es una manera de que los cuerpos de los jugadores sean más tolerables a enfermedades pese a la edad, además de brindarles chequeos médicos y medicinas en caso de presentar algún malestar.

Según Hernández, algunos jugadores tienen problemas cardíacos, diabetes, lesiones en las rodillas, entre otras dolencias que han logrado sobrellevar por los entrenamientos y tratamientos que les brindan.

“Hubo un jugador que incluso venía en muletas, hoy ahí lo ve corriendo y es que como tal ese ha sido el objetivo del proyecto, aliviar de manera sana a los jugadores, porque a ellos esto les da más tiempo de vida, además de practicar deportes, aquí desde que inician les damos chequeos médicos, les damos pastillas y vamos viendo si aún pueden andar corriendo”, explicó.

Los atletas de Fusate han recuperado vida gracias al programa de  fútbol . / Gabriel Aquino
Los atletas de Fusate han recuperado vida gracias al programa de fútbol . / Gabriel Aquino

Sus protagonistas: logros y luchas.

Muestra de esa perseverancia deportiva es don Elías Hernández, quien a sus 82 años de vida es conocido por sus compañeros como el más veloz, pese a ser el de más edad posee en el equipo; según cuenta, desde los 9 años practica fútbol, llegando a jugar incluso en la liga de ascenso en la década de los 70, presumiendo que no ha tomado pastillas de ninguna clase, porque no padece de alguna enfermedad.

“No, yo no tomo pastillas, no tengo nada de enfermedades llevo sano desde siempre y todo eso, se lo debo al fútbol y a Dios, quien siempre nos protege; jugué para la liga, ascenso con grandes equipos donde jugaba como medio campistas, luego me dediqué a la carnicería, yo era el que mataba a los animales, ahora ya estoy retirado de mi profesión y mis hijas me ayudan”, relató Hernández, padre de tres hijas y abuelo de cuatro.

Contraria es la situación en la que se encuentra don Roberto Ríos, quien a sus 66 años sigue siendo amante del fútbol, pero lleva casi dos semanas recuperándose luego de ser impactado por un automóvil cuando salió del trabajar. Con un brazo enyesado, las costillas rotas y las piernas lesionadas, llega a ver el juego de sus compañeros, pero con su mente en la cancha.

Con ansias de volver a la cancha, Roberto Ríos llega a ver jugar a sus compañeros, mientras se recupera de un accidente. / Gabriel Aquino
Con ansias de volver a la cancha, Roberto Ríos llega a ver jugar a sus compañeros, mientras se recupera de un accidente. / Gabriel Aquino



“Yo soy técnico de aires acondicionados, entonces, el martes 17 de enero, salía de hacer un trabajo y pasó un carro a toda velocidad y me golpeó; la verdad, pensé que ya no iba a sobrevivir, pero el venir a los partidos quizás me ayudó para tener el cuerpo fuerte y ahora la puedo contar. Me siento un poco ansioso porque aunque vengo a verlos jugar, quisiera andar ahí corriendo, jugando”, manifiesta Ríos, desde las bancas, uno de los 55 jugadores del equipo.

Para ingresar a uno de los equipos que posee Fusate, debe de ser una persona mayor de 60 años, pasar los chequeos médicos y buscar la sede más cercana para llegar a los entrenos.

En enero recién pasado, la Fundación desarrolló jornadas y celebraciones con motivo al mes de la tercera edad.