Pedagogías de la Muerte es el nombre de su libro. ¿De qué se trata? ¿Qué nos enseña una obra como esta?
Es una narrativa de discursos fúnebres. En la primera parte hay ocho discursos fúnebres y a través del discurso se va narrando la historia de las personas que han fallecido. Esa narrativa que busca recuperar dignidad a través de una memoria y luchando contra algo que en el libro aparece, esta institución “como el enemigo” que se llama “El Ministerio del Olvido” y entonces es una lucha constante y se va logrando a veces a través de la narración, del discurso fúnebre, del ritual, del recuerdo, del epitafio, a veces del canto y también se va logrando algunos momentos a través de una narrativa donde hay ciertos componentes simbólicos que bien lo pudiéramos contar como fantasía pero en realidad tienen un símbolo de estar ahí.
El libro posee una selección de arte gráfico de El Salvador entre 1950 -1965 de diferentes periódicos y revistas porque yo quería recuperar un poco de ese arte gráfico que aparentemente no tiene nada que ver con lo que se va narrando en el libro, aparentemente, pero cada quien va ir asociando y apropiando como quiere. Esta es una primera parte que tiene como objetivo vincular, transmitir o conectarse con el dolor y también con la alegría.
Es una narrativa muy sencilla de leer, muy dócil pero muy simbólica y luego hay una segunda parte donde aparecen dos artículos científicos que yo publiqué en revistas acerca de este tema. Uno tiene que ver con la muerte y el duelo durante el primer año de pandemia desde un enfoque postestructuralista, eso quiere decir, se forma un cuerpo teórico, un cuerpo epistémico para ver de forma crítica las ideas que nosotros hemos aprendido acerca de la muerte, como esa vivencia de la muerte en fases. Este artículo formula una visión crítica para poder analizar esto a través de otra perspectiva.
Creo que la pandemia te hace reflexionar un poco acerca de la vida que estás llevando solo, el hecho de que hayas tenido que estar encerrado en la casa te hace reflexionar en la vida que tenés, en las carencias y en las oportunidades que eso tiene”.
¿Son experiencias reales o son vivencias?
Son una mezcla diseñada para que cada quien pueda apropiarse de ella y vincularla incluso a gente que cada uno conozca. A través de la experiencia, por ejemplo, del discurso fúnebre hacia una enfermera usted y un lector pueden encontrar una cantidad de experiencias que lo vinculan a algo similar, o también del fallecimiento de un hijo como el caso del capítulo de las orejas de Flavián o el fallecimiento de una abuela y también la vivencia de la muerte y el duelo, el luto hacia seres no humanos, porque la muerte no solo se presenta con una persona, uno muere varias veces en la vida, de repente pierde una relación, pierde un familiar y hay algo en uno que muere, se transforma en otra cosa. Y el libro no solamente plantea un tipo de modalidad sino que plantea muerte simbólica.
¿Qué falta en la sociedad salvadoreña de enseñanza o de la muerte, que debemos aprender?
Pedagogías de la muerte tiene que ver con que es una reflexión filosófica y política acerca de cómo aprendemos a asimilar lo que es la muerte. La muerte es una palabra, todos pueden cuestionar teóricamente lo que es la muerte, hay gente que dice que “la muerte no existe porque el alma es inmortal”, hay gente que estudia este tema del alma, pero lo que yo tengo certeza es que la muerte es una palabra y esa palabra tiene ramificaciones que tú vinculas con otras cosas, entonces el libro te lleva a esa reflexión de con qué vinculo esa palabra, la vinculo con el miedo, como he aprendido a vincularla con el miedo y luego también, esto es una postura que mantengo personalmente es que yo tengo la certeza absoluta que me voy a morir, tal vez esté incinerado o devorado por los animales, no lo sé, pero nuestro paso por esta vida es corto en relación al tiempo que tiene la tierra y el universo. Uno tiene que aprender a disfrutar, a vivir lo más que se puede y creo tambien que te deja otra reflexión y de nuevo es otra postura muy personal en este tema y es que la muerte no es un evento final en sí, sino que es un proceso, en este momento todos los que estamos aquí presentes nos estamos muriendo, en el momento en que el cuerpo nace se va deteriorando, las células se van muriendo hasta llegar a ese punto del cese de actividad vital que nosotros en occidente llamamos “la muerte”, pero es un proceso y tú puedes aprender de pequeño que es un proceso, eso va a vivirse, yo creo que podés aprender a ver la vida de diferente manera.
Precisamente el libro te conduce a que reflexionar sobre la muerte implica reflexionar en la vida, no porque la muerte es una cosa inconocible, nadie ha regresado a decir: mira el primer momento en que te morís, vas a sentirte de esta forma, hay teorías, hay ideas que lo vinculan a diferentes formas de experiencia que pueden haber, pero más más allá de eso no hay y van a seguir evolucionando por supuesto, pero el punto es poder reflexionar en ese fenómeno, porque todos los días se la encuentran, la muerte es algo cotidiano y aún así nunca nos deja de asombrar.
Freud decía que si uno quiere soportar la vida, hay que estar preparado para la muerte pero en nuestra cultura uno usualmente no se prepara para la muerte es algo inesperado ¿Como se trata este tema en su libro?
Bueno precisamente porque hay gente dentro de la narrativa, que cuando lo lean se van a dar cuenta que dejan preparada varias cosas y quien descubre eso a través del discurso fúnebre va hablando de gente que se había preparado desde hace mucho tiempo y te sorprende, hay una parte de la narrativa de una señora de de doña Aurelia que se habla de la señora de la tienda y de nuevo el libro escrito en Murcia o el libro escrito en Princeton o o McGill no te va a hablar de la señora de la tienda que vendía trompo Duncan porque no lo vive, pero para nosotros eso sí es importante y qué pasa cuando perdés a la señora de la tienda con la que vos te has vinculado, la que te ha visto crecer y qué es lo que dicen todos los adultos en ese momento que vuelven a ser niños sobre ella que la señora había dejado preparado quienes habían quedado debiendo, porque tenés conciencia que tu presencia aquí no es eterna la única manera de hacerla eterna es a través del legado que dejas de tus acciones.
La muerte no solo se presenta con una persona, uno muere varias veces en la vida, de repente pierde una relación, pierde un familiar y hay algo en uno que muere, se transforma en otra cosa”.
¿El salvadoreño, el centroamericano y el latinoamericano en general tiene componentes culturales religiosos hasta de superstición a la hora de la muerte, ¿cómo como es esa vivencia?
Yo creo que en algunas ocasiones las personas sienten cierto nivel de paz en asumir esas creencias como dogmas, como verdades absolutas y tienden a pontificarlas, a decirlas como si es verdad, como eso así, es mucha gente cuando alguien fallece dice “¿se fue?” y dijo “¿pero se fue para dónde?” ¿y por qué no alguien puede decir “se quedó” verdad? y otros tienen la creencia de que el alma y queda y que está permanentemente y que aparece. Yo creo que en algunos casos eso te da cierto polo a tierra y estoy hablando de una forma muy figurada para sentir de que hay algo de estabilidad por lo menos a través de tus creencias, verdad porque es un país bastante inestable entonces eso va va mutando un montón.
En la segunda parte, que se llama “pequeños infartos” que son dos artículos, y es precisamente el ritual y esas creencias te da ciertas certeza de navegar, porque es para algunas personas puede resultar terrorífico que el alma y que el individuo no pueda aspirar hacia la inmortalidad, hacia ese concepto de inmortalidad que tanto se lucha por alcanzar, porque ya ves como hay gente que quiere hoy en tecnológicamente un individuo que quiere trasplantar una cabeza a otro cuerpo o poder sintetizar la conciencia de alguien y pasarla a otro cuerpo, desconozco si eso se va a lograr algún día, pero creo que siempre hay una búsqueda hacia esa inmortalidad y creo que las creencias te acercan a eso te dan una certeza un arraigo y se vinculan con las tradiciones y la fuerza de la tradición es tremenda en estos países.
Los conquistadores españoles creían en la fuente de la eterna juventud y los cristianos creemos en la vida eterna...
Siempre ese concepto de inmortalidad se vincula a ciertas culturas, no a todas, hay culturas donde por ejemplo y en el libro se habla de eso en el capítulo de “Gringo sangre de maíz”, a través del canibalismo compasivo y existe esa forma de canibalismo compasivo, es decir, en otras culturas que nosotros consideramos primitivas, el muerto se devora se come entre todos los miembros de la comunidad, se prepara de una manera y esa es otra forma de asimilarlo, se sabe que no se va a inmortalizar, sino que se incorpora hacia el cuerpo del otro, por eso se hace por un acto de compasión. Son otras modalidades de entender la muerte, el luto y el duelo que son como dijéramos tres caras diferentes de un fenómeno más o menos similar, verdad que van a ir de la mano.
Nuestro paso por esta vida es corto en relación al tiempo que tiene la tierra y el universo. Uno tiene que aprender a disfrutar, a vivir lo más que se puede”.
Ahora en un país donde la violencia nos ha traído tanto luto y dolor, donde la vida no se respeta durante décadas ¿cómo debemos aprender a enfrentar la muerte?
Yo creo que tiene que haber un esfuerzo muy grande para prevenirlo, para minimizar o anular que se den ese tipo de fenómenos porque nadie tiene porque pasar por eso, ni la familia, ni la persona que asesinen idealmente, pero dadas esas circunstancias en las que se presenta, yo creo que tiene que haber primero un énfasis en el derecho humano, una mayor certeza de que el aparataje que te rodea siempre va a ser el mayor esfuerzo posible para qu se haga justicia, mientras no podamos tener justicia hacia la persona que falleció yo creo que difícilmente podemos.
Podemos hablar teóricamente de duelos simbólicos de diferentes modalidades. yo personalmente me atrevería a decir que algunas personas ni siquiera han vivido el luto, o sea viven como un luto interrumpido ni siquiera se desarrolla un duelo porque hay condiciones tan poco dignas en las que se presenta esa situación que creo que interrumpe o no permite que eso sucede creo que la certeza es saber, por ejemplo que se dio una muerte violenta y que va a haber una justicia y que esa justicia va a funcionar. Creo que te da un componente distinto para poder asimilar lo que sucedió nunca va a ser una restauración, verdad, pero sí hay un componente, me atrevería a decir más reparador.
Durante los últimos años hemos sufrido la pandemia de covid-19 y el mundo ha estado con la incertidumbre de la muerte y hasta cierto punto un pánico hacia la muerte ¿qué aprendimos de eso, qué experiencia cree que aprendió la sociedad salvadoreña y la especie humana en general sobre esto?
Yo creo que vivimos la muerte al inicio de la pandemia como experiencia de la muerte en tercera persona, vivís la muerte y decir murieron tantas personas en China, murieron tantas personas en Italia y poco a poco vas viendo que la experiencia en tercera persona se va acercando a la segunda persona, “Fíjate que murió Fulano de tal ahí acerca de la colonia de tu abuela”, va haciendo una persona no, cuando la muerte se acerca en segunda persona te hace reflexionar en algo que se llama “Morten propia” y es esa muerte de uno mismo, porque de segunda persona ya la que queda es la muerte en primera persona y te lleva a reflexionar “esto me puede pasar a mí” claro de nuevo lo vivimos todos los días muere gente cotidianamente de cada minuto está muriendo alguien mientras yo estoy hablando alguien debe estar muriendo y aún así no nos deja de impresionar porque nos hemos educado de tal manera en que la muerte se vuelve este fenómeno incognoscible extraño al que no queremos llegar.
Creo que la pandemia te hace reflexionar un poco acerca de la vida que estás llevando solo, el hecho de que hayas tenido que estar encerrado en la casa te hace reflexionar en la vida que tenés, en las carencias y en las oportunidades que eso tiene, no mucha gente que salió decidió “no quiero volver a vivir ahí, porque no hay jardín y aunque sea un pedacito de tierra quiero tener” y otra gente en condiciones difíciles, verdad muy vulnerables. Creo que el ir acercando la muerte no solamente a través del fenómeno como tal de la pandemia, sino que de la manera en la que se dio cobertura mediática, porque fue una cobertura mediática terrorífica totalmente.
Yo me acuerdo la primera semana y yo sentía que si sacaba la basura como que se te iba a ir desvaneciendo, haciendo en esqueleto porque tenés miedo te estás de sí ¿si saco la basura y tocó otra cosa, podría pasar esto? y claro hemos perdido mucha memoria, de eso tan hemos perdido memoria, de eso y toda la gente ya actúa como si ya se acabó, yo creo que te hizo reflexionar un poco más en tu vida por un momento, solo por un momento.
Este país olvida muy rápido ya con los meses, eso se volvió y yo pensaba solamente la reflexión obligatoria que tuvo que haber sobre el teletrabajo y la gente aprendió a vivir llevando trabajo para su casa a rediseñar la vida, pero yo dije bueno, pero tal vez puede ser al final también una reflexión de decir esa idea de la “hora nalga” de estar ahí sentado y ese fetiche de estar viendo al empleado todo el día tal vez llevas que la gente reflexione que no siempre es necesario, hay trabajo donde sí, hay trabajos donde no, pero no fue así. A mí me llevó a reflexionar en el poder de nuestra tradición, cómo luchamos para volver al punto inicial a ver ese punto que nos enfermó tanto.
Luchamos por volver a ese punto inicial, en el trabajo en el ritual, la gente decía. “bueno, no voy a poder estar por acá, pero detrás del muro tomarle un vídeo y ahí vamos a estar” y la gente se vestía en su casa en otro país incluso para estar presente y los servicios fúnebres los manejos de las exequias fueron muy sabios, esa gente es una industria exitosa, siempre van cinco pasos adelante de todo lo demás, es un marketing perfecto casi y la gente siempre lucha por volver a esa tradición, como de nuevo el tema de la dignidad el tema de la tradición, el tema del derecho, de decir “fíjate que lo tuvieron que enterrar en un lugar donde enterraron a todos los demás” y eso es la muerte, verdad, cómo es posible de que que no va a tener ahí donde le habíamos destinado, no hay que trasplantarlo para que esté a la par de Fulano de tal, esas son tus tradiciones y hay que entenderlas, hay que comprenderlas y hay que respetarlas porque eso sucede mucho a veces en mi profesión que la gente por ser crítica se vuelve críticona y no quiere entender la experiencia de la muerte desde la interculturalidad y desde la visión de los demás y hay que respetarlas la gente tiene ese derecho.
Tenés conciencia que tu presencia aquí no es eterna, la única manera de hacerla eterna es a través del legado que dejas de tus acciones”.
¿Cómo debemos ver la muerte? ¿Con razón, con sentimiento?
Hay que verla con todo, así como así como los panes, verdad ¿cómo lo quiere? con todo, no hay que negar que hay sentimientos involucrados, que hay afectos y eso lo planteo yo la gente creo que está en el último en “pequeños infartos” donde habló sobre la teoría de los vídeos similares en el caso del duelo y la gente incluso adolece cuando muere un artista que nunca conoció, muere Elvis y la gente se disfraza de Elvis en generaciones ajenas al mundo de Elvis, la gente vive y eso es lo que yo le llamo ese proceso de biosimilaridad. La gente vive esa teoría, esa experiencia y trata de asemejarse hacia eso que pierde para poder verlo todos los días y retornarlo de alguna forma.
Yo creo que ahí hay afecto, decis se murió Elvis y sentís un montón de afectos, hay razonamiento también, verdad. El razonamiento que te dice bueno, eso fue 20 años antes que naciera verdad, hay razonamiento de por medio si, hay historia de por medio todos esos componentes. Están ahí de por medio en algunas personas por sus características de su identidad, su personalidad, sus humores, sus temperamentos, pues se sentirán más vinculados de una forma y no de otra, pero no es que haya una mejor forma u otra y en algunos casos habrá duelos patológicos para duelos que no se resuelven después de mucho tiempo y ya van generando otros caos en la vida de un individuo, pero hay culturas donde eso no se vive así donde se vive con alegría.
¿Y el 2 de noviembre?
Yo creo que como una celebración, como en algunas ocasiones será una celebración, para mí el 2 de noviembre siempre ha sido una, yo no me gusta ocupar la palabra eco yo diría que para mí ha sido una reverberación de las personas que existieron cercanas a mí y ese día me permite hacer una pausa para poder pensar que me dejaron ellas en vida y también cuando sea el 2 de noviembre ya no esté, que voy a dejar. Yo lo pudiéramos ver así.
En otros casos es una fecha dolorosa, verdad porque como te digo, hay gente que muere en condiciones y que no son dignas, hay gente que se va y nunca tuve la oportunidad de despedirse de la persona que falleció, hay cosas que quedan pendientes algo que viene importante es que la la vivencia de la muerte en tercera en segunda o en primera persona no debemos siempre hacer un esfuerzo por homologarla, no hay que abrirse a que hay experiencias heterogéneas, hay muertes que se pueden vivir con alegría, hay muertes que se pueden vivir con mucho dolor, pero no creo que es apropiado decirle a una persona como vivir la muerte de otro como lo que usted me decía de su tía y van caminando y se rieron cualquier otro hecho, “puchica aquí respetuosas con el fallecido que va ahí” y cualquier otra gente ha dicho que galán que se pudo reír en este momento la risa es medicinal también.
El perfil
Jorge Molina Aguilar, psicólogoGraduado en Psicología en la UCA.
Master En Salud Mental de la Universidad de León, España.
Posgrado En psicooncología en ISEP.
Candidato a doctor en Ciencias Sociales en la UCA.
Investigador En Universidad Don Bosco.
Autor de una prolífica producción académica, que incluye varios libros y estudios especializados.