Manuela fue una mujer analfabeta nacida en un entorno rural y pobre. Nació el 5 de agosto de 1977. Vivía en el caserío Las Mezas, Cacaopera, departamento de Morazán. Se casó, tuvo dos hijos y su esposo se fue para Estados Unidos y no volvieron a saber de él, según la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. En 2006, Manuela acudió a la unidad de salud por dolor de cabeza, naúseas, dolor en “la boda del estómago” y cansancio, le diagnosticaron gastritis aguda; en mayo de 2007 acudió nuevamente y se registró que le aparecieron masas “a nivel retro auricular dolorosa”. Le diagnosticaron adentitis cervical.

En febrero de 2008, Manuela estaba embarazada sin que se tenga información de cuántas semanas de gestación tenía. El 26 de febrero, Manuela lavaba en un río junto a su hijo mayor y se cayó, se lastimó la pelvis y le provocó dolor lumbopélvico que aumentó y derivó en un sangrado transvaginal.

El día siguiente tuvo una emergencia obstétrica y un parto extrahospitalario, le diagnosticaron preclampsia grave postparto más anemia secundaria, por pérdida sanguínea, y fue atendida en un hospital de San Francisco Gotera, departamento de Morazán. Las autoridades allanaron su vivienda un día después encontrando en una fosa séptica el cuerpo de un recién nacido, que según autopsia tenía 32 horas de fallecido, al momento que fue hallado.

En agosto de 2008, Manuela fue condenada a 30 años de prisión por homicidio agravado y solo dos semanas después la sentencia fue declarada en firme. Su defensa pública no apeló. En prisión, le diagnosticaron linfoma de Hodgkin con esclerosis nodular, le recetaron quimioterapia y sus representantes dijeron que hubo un tiempo en que le fue negada. Murió el 30 de abril de 2010, en el pabellón de reos del hospital Rosales, de San Salvador. Manuela fue el nombre ficticio usado por las organizaciones para proteger su identidad.