Rolando Villeda trabaja todas las tarde de manera voluntaria, cuidando la cripta de monseñor Óscar Arnulfo Romero, ubicada en la parte baja de Catedral Metropolitana de San Salvador; él fue uno de los que sobrevivió a la masacre del funeral del santo salvadoreño. El también guía recuerda ese momento con mucho dolor, ya que cuando era un niño sus lágrimas no paraban de la desesperación al desconocer qué estaba sucediendo.
“Yo tenía 4 años cuando sucedió, ahora tengo 47 años y recuerdo como a dos cuadras de la catedral una avalancha de personas se acercó a mi familia con caras preocupadas escuche a niños llorando y yo me puse a llorar también”, relata Villeda.
Añade que su papá lo cargó a él y tomó a su hermano y empezó a correr y añade: “Cuando mi papá corría sentía que su camisa estaba con sangre que venía de su cabeza, recuerdo porque había evitado que una señora golpeara a mi hermano, por eso estaba sangrando”.
Luego de huir de la avalancha, Villeda dice que sus padres seguían asustados y al mismo tiempo aliviados de estar a salvo en casa.
“Mi papá encendió la radio y escuchó lo que había sucedido, recuerdo que mas o menos 40 muertos hubo, por eso mi papá nos dijo a mi hermano y a mi que todo estaba bien”, dice el guía de la cripta.
Y 42 años después de lo ocurrido, duda de esa tranquilidad que su padre intentó transmitirles. “La verdad que aún ahora no entiendo cuál sería el detonante para matar a tantas personas; eran demonios que no querían que el pueblo de Romero se despidiera de él”, reflexiona Villeda.
>>> Yo aún no entiendo cómo salimos de esa masacre, la vida incluso me pone aquí en la cripta, luego de eso”. Rolando Villeda, guía de la cripta
Antes de ir a su trabajo, Rolando siempre está en la cripta, para él es un privilegio y honor ser voluntario, ya que el recuerda la historia de San Óscar Romero como un defensor de los Derechos Humanos y como una voz de un pueblo silenciado por el Ejército.
“Yo aún no entiendo cómo salimos de esa masacre, la vida incluso me pone aquí en la cripta luego de eso y aún cuando paso por donde era el punto de (buses de) la 48 me veo a mi de niño y como todo vuelve a pasar”, rememora.
