Como aficionado a la historia y comunicador, considero que hay temas en este largo proceso de lucha por la libertad y la democracia para Cuba que no han tenido la atención que merecen, a pesar del notable sacrificio de sus protagonistas. Fueron muchos los que lucharon contra la dictadura al interior de la Isla, que para no ir a prisión o aun peor, ser ejecutado ante el paredón o vilmente desaparecidos, partieron para otras costas, preferiblemente Estados Unidos, con el objetivo de prepararse militarmente para honrar mejor su compromiso patrio.

El objetivo de esta columna es registrar que estos individuos, hombres y mujeres, no dejaron la Isla para vivir mejor, sino para seguir luchando con el perfil y condición que cada uno consideró correcto y oportuno. Ninguna de estas personas actuó para su provecho personal. Todos, en alguna medida, incurrieron en sacrificios, incluido la pérdida de sus vidas.

Quizás, la más conocida de estas gestas sea la que protagonizó la Brigada 2506. La mayoría de los jóvenes que la integraban, entre otros, Rafael Cabezas, Jorge Gutiérrez Izaguirre, Emilio Martínez Venegas y Javier Souto, todos, dejaron sus estudios para venir a Estados Unidos para incorporarse a la expedición armada, además de otros como Frank de Varona, residente y estudiante en este país, que con solo 17 años se inscribió y participó en la gloriosa jornada.

Tampoco debemos olvidar que antes de Bahía de Cochinos, numerosos cubanos habían dado ejemplos de compromiso. Félix Rodríguez, estudiando fuera de Cuba, voló a Santo Domingo para incorporarse a la expedición contra Castro, la primera, en 1959, y Armentino Feria al mando de más de una veintena de hombres desembarcó en Navas, octubre de 1960, cayendo él en combate y siendo fusilados diez de sus compañeros, entre ellos, tres estadounidenses.

A pesar de esos trágicos resultados, antes y después, otros patriotas salieron de Cuba para seguir la lucha, como Vicente Méndez, exguerrillero que dejó furtivamente el Escambray, 1961, para regresar a la Isla y morir en combate, 1970; o Ernesto Díaz Rodríguez, un poeta que, como Lord Byron, siempre ha estado dispuesto a dar su vida por la libertad, realizó varias incursiones hasta desembarcar, ser apresado y cumplir largos años de cárcel.

No faltan hombres como Eugenio Martínez, “Musculito” que entró en Cuba clandestinamente en más de 200 ocasiones, o héroes como Tony Cuesta y Eugenio Zaldívar, que combatieron en la propia bahía de La Habana contra la guarda costera, siendo los dos gravemente heridos y sus compañeros fusilados. Para que se aprecie las diversas maneras en las que muchos cubanos han cumplido sus obligaciones está el caso de Antonio Garcias Crews, que según relata Alberto Muller, “Tony”, como le dicen sus amigos, estaba estudiando en una universidad del norte del país y cuando se constituyó el Directorio se le pidió que abandonara los estudios y partiera para Cuba, cosa que hizo de inmediato, misión que cumplió hasta que fue apresado para estar largos años en la cárcel.

Por supuesto que de todas estas historias tal vez las menos conocidas sean las de las decenas de personas que han cumplido largos años de cárcel, en Estados Unidos, Venezuela, Panamá y México, por actuar contra el régimen tiránico cubano desde tierras ajenas. El objetivo de ellos siempre ha sido destruir el totalitarismo, nunca afectar los intereses de los países que generosamente los habían acogido.

Conocí a varias de estas personas, de algunas fui amigo, como el doctor Orlando Bosch y Luis Posada Carriles. Dos hombres que siempre tuvieron a Cuba en su corazón y que nunca dejaron de estar dispuestos al supremo sacrificio, para lograr su libertad del castrismo.

La dictadura cubana siempre ha instrumentado grandes y permanentes campañas contra estas personas. Invariablemente, las han considerado como amenazas serias a su permanencia en el poder, en consecuencia, las acusan de cualquier acto contrario a sus intereses.

Como cubano, hombre libre, creo que es un deber honrar a quienes siempre han estado dispuestos a darlo todo por Cuba, y no permitir, que la contante campaña de descrédito del totalitarismo contra la oposición, a quien siempre acusará de “agente de la CIA, terrorismo y lacayismo”, pueda influenciar en nuestra manera de pensar.
Honrar, honra, proclamó José Martí.