Mientras el régimen totalitario que impera en Cuba desde hace 65 años, menos dos meses, ha disfrutado de una opinión publica casi siempre favorable, la única democracia del Medio Oriente, Israel, no deja de ser el blanco de muchos de los mismos que defienden el castrismo. Los demócratas cubanos, al igual que los israelíes, son, en la mentalidad de estos sujetos y organizaciones, objetivos a destruir, sin embargo, representan causas justas que nunca han contado con el respaldo internacional necesario para lograr los objetivos que las alientan.

A sus enemigos, los que se auto consideran progres, liberales y de izquierda, no les importa que la nación judía sea promotora de la democracia y el estado de derecho, simplemente comparten con los nazis el odio a un pueblo que defiende las libertades civiles y religiosas, en zonas donde la norma se sitúa entre el absolutismo y la dictadura militar. Prefieren desconocer que Israel es un espacio geográfico y cultural libre, en un área donde la autoridad se funda o se organiza, en cuarteles-iglesias, por tanto, sin ser un estado perfecto, debería ser un ejemplo para quienes defienden, sin hipocresías, las libertades y derechos. El estado israelí es una evidencia concreta de progreso material y bienestar, para quienes residen en su territorio. No obstante, es un país que sufre acoso permanente de parte de sus vecinos. Ha estado sometida a verdaderos aislamientos internacionales y frecuentes conflictos bélicos, con el objetivo de eliminarla como nación, como propugna entre otros, el estado teocrático de Irán. Las acciones terroristas en su contra, como las del pasado 7 de octubre, son un reflejo brutal del odio que preconizara el asesino en serie Ernesto “Che” Guevara, su escrito, “el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones naturales del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar”, pudo haber inspirado a los verdugos del festival de “Tribe of Nova”.

La complicidad con Guevara no es excepcional. Muestra la frivolidad y los dobleces morales que reinan en algunos organismos internacionales, organizaciones no gubernamentales y en famosas universidades que se presentan como abanderados de la Justicia, empero, se han situado al servicio de las peores causas. Guevara defendió la violencia por convicción. La instrumento en campos de concentración para homosexuales en Cuba. Hay centenares de testimonios sobre los asesinatos que ordeno, sin embargo, esto no obstaculizo que el Programa de la Memoria del Mundo de la UNESCO, en todas sus categorías, acreditara y premiara su obra, amen, de que Guevara y Fidel Castro se sentían orgullosos de sus cementerios particulares, sino porque decir en Naciones Unidas, 1964, “Hemos fusilado, fusilamos y seguiremos fusilando mientras sea necesario”.

Estas actuaciones son incomprensibles y obligan a desenterrar el momento en que Yasser Arafat, líder de la Organización de la Liberación de Palestina, 1974, hablo en Naciones Unidas con una pistola sobre la mesa frente a la cual estaba. Los compromisos ideológicos conducen a omitir o cambiar los hechos. Cuando murió el dictador chileno Augusto Pinochet. El titular del diario “El País” decía, “Muere el dictador chileno Augusto Pinochet”, sin embargo, cuando falleció el autócrata cubano titularon, “Muere Fidel Castro, el último revolucionario”, como si no hubiese sido otro dictador con un horrendo prontuario criminal.

No discuto la justeza de la causa palestina pero la decapitación de niños y el asesinato indiscriminado, no debe ser amparados ni callados, como pretenden algunos sectores. Tampoco, deben justificarse las persecuciones por raza o religión como están haciendo en numerosas partes del mundo los enemigos de los judíos. Son actos repudiados por las propias Naciones Unidas y severamente castigados. El totalitarismo cubano también inspira a esta progresía a tergiversar los hechos. En la Isla se violan sistemáticamente los derechos ciudadanos, se encarcela a quienes profesan ideas contrarias a la propuesta oficial, se practica una censura total sobre los medios de comunicación y se producen hechos sangrientos como los del inolvidable Remolcador 13 de Marzo, decenas de muertos, entre ellos niños; sin embargo, sus aliados, presentan al totalitarismo castrista como víctima de Estados Unidos y del exilio. Hablan de un bloqueo, embargo, en realidad, que tiene más huecos que un queso gruyere, sin aludir, a la vileza de los gobernantes y al verdadero bloqueo del castrismo.